Evaluar el desempeño económico de la primera mitad del gobierno de la 4T resulta un ejercicio tan subjetivo como inútil por el atípico imponderable pandémico. Sin éste ¿cuánto habría crecido la economía? ¿cuánto el empleo? ¿habría mejorado la distribución del ingreso? ¿cuál habría sido la inversión sin la reticencia privada...? son preguntas que se quedarán sin respuesta, pero que en esta segunda mitad del sexenio sí definirán quién es quién.
Por lo pronto, las cifras del crecimiento reflejan los efectos de la crisis en la economía, así como la dependencia y vulnerabilidad externas que aún subsisten sin cambios. En 2021 el PIB ascendió a 26 billones 212 mil 981 millones de pesos, cifra que a precios constantes (sin inflación) indica un crecimiento real de 4.80% (Gráfico 1).
Esta relativa recuperación del PIB nacional en el segundo año pandémico (4.80%) es, sin embargo, un rebote claramente insuficiente para compensar la caída de -8.17% en 2020 (y -0.19 en 2019) (Gráfico 2). El PIB por habitante aumentó 3.8% en el año, pero no mejoró su inequitativa asignación.
El PIB agropecuario rebasó por primera vez el billón de pesos (1.008 b) y creció 2.88%, recuperando la pérdida de 2019 (-0.29) y el bajo crecimiento de 2020 (0.31), y retomando los niveles de años previos.
EL PIB INDUSTRIAL creció 6.55%, tasa sobresaliente pero también insuficiente para recuperar el desplome de -9.79% en 2020 (Gráfico 3). La manufactura creció 8.6%.
El PIB de servicios, asimismo, creció 4.06% como en sus mejores años recientes, pero sin lograr recuperar la pérdida de 2020 (-7.51%) (Gráfico 4).
Hoy el debate principal de la nación debería centrarse en por qué no crece nuestra economía y qué debemos hacer para dinamizar el PIB y su equidistribución.
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