Los daños causados por la pandemia del SARS-CoV-2 no serán considerados en su magnitud total hasta que haya terminado su ciclo. La enfermedad y sus secuelas quedarán como evidencia del asalto con que éste o cualquier otro tipo de virus pueden dañarnos.
En los centros de investigación, universidades, hospitales y farmacéuticas, en México y en otros países, continúa la búsqueda de una mejor solución, pues no hemos salido totalmente del covid-19. Las secuelas por la enfermedad y el tratamiento deberán resolverse, ya que la población necesita rehabilitación completa para su regreso a la vida cotidiana, y aunque éstas siguen afectando a miles, los programas sociales han sido un importante apoyo.
Desde el primer momento de la llegada del virus, se consideró la adquisición del equipo necesario y creación de infraestructura. No se escatimaron los gastos para la atención de cada paciente. Los recursos para este programa urgente no desplazaron a otros programas de beneficio público. Hasta la fecha, se espera que continúe la adquisición de más vacunas en el extranjero, además del apoyo para la fabricación del inmunológico nacional llamado Patria.
La primera compra, pagada por adelantado, pero entregada fuera de tiempo, y el aumento en los contagios, alertaron a las autoridades, por lo que recurrieron a otros países para la adquisición de vacunas. Algunos proveedores fueron India, China y Rusia, entre otros. Por supuesto, se contó con el dinero suficiente para ello. Esta decisión fue un acierto, ya que no sólo se consiguieron los biológicos, sino que también se obtuvieron respiradores, cubrebocas y vestimenta de alta protección para el personal médico, así como otros accesorios y materiales.
Éstas fueron acciones fuertemente criticadas por quienes no conocen nada de epidemiología. El desempeño de la gran mayoría del personal médico, clínico y administrativo fue ejemplo de ética y profesionalismo. Igualmente, deben reconocerse las gestiones acertadas de las secretarías de Salud, Relaciones Exteriores, Gobernación y otras, así como la intervención de las fuerzas armadas. El intercambio de conocimientos y la ayuda internacional recibida nos han mostrado que todavía se conserva la solidaridad humanitaria.
Es importante recordar y reconocer que, desde el primer informe de la llegada al país del SARS-CoV-2, los doctores Jorge Alcocer y Hugo López-Gatell, secretario y subsecretario de Salud, respectivamente, lograron enfrentar la situación, conjuntamente con su equipo de expertos y con el apoyo de la ciudadanía. Incluso, López-Gatell es reconocido por la Organización Mundial de la Salud. Esto no es poca cosa.
Contar con el apoyo financiero nacional ha sido fundamental. La recuperación de las recaudaciones, antes ilícitamente condonadas a diversas empresas nacionales y extranjeras, posibilitó la adaptación de hospitales para el inmediato tratamiento de pacientes contagiados. Estamos ante una muestra de lo que significa la soberanía energética y económica. Ningún hospital suspendió actividades por falta de energéticos y otros derivados del petróleo.
Aunque grupos contrarios al actual sistema de salud no reconocen las acciones del gobierno federal, la vacunación y la atención a la población víctima de la pandemia son universales y gratuitas. ¿Se le negó la vacuna o la atención a alguien por su religión o militancia? La respuesta es no.
Como ya señalamos, las investigaciones continúan en diversos países. Por ejemplo, en la República Popular China las propuestas del sistema de salud son tomadas en cuenta en otras naciones. Existe amplia cooperación científica, a pesar de los recientes problemas en la geopolítica. Pekín sigue dando ejemplos de esa cooperación y avance rápido de la ciencia médica. No olvidemos que, al inicio de la presente pandemia, en sólo 10 días lograron construir un hospital completo, con el equipo necesario y especialistas en enfermedades respiratorias.
Hacemos hincapié en el aporte que la biotecnología de Cuba ha hecho al mundo. El intercambio con profesionales de la investigación médica china fue decisivo al tomar como referente el aspecto inmunológico del interferón (Heberon® Alfa R). Con ese apoyo, en corto tiempo los laboratorios chinos crearon las hoy conocidas y disponibles en América Latina Sinovac, Sinopharm y CanSino.
El virus SARS-CoV-2 ha obligado a millones en el mundo a enfrentar una realidad difícil de aceptar. Según Zeng Guang, reconocido científico chino, es conveniente adaptarse y aceptar al virus, porque será muy difícil permanecer con las limitantes que causa un cerco epidemiológico como el que hemos vivido. Vendrán nuevas vacunas, pero también nuevas versiones del coronavirus. Lo mejor es “coexistir con el virus”.
Los estratosféricos gastos bélicos de países injerencistas, como Estados Unidos y organizaciones cómplices como la OTAN, no se justifican y deben parar. La eterna competencia por acaparar los mercados sigue generando guerras injustas. Necesitamos el dinero y la voluntad política de las potencias económicas y militares. Sin éstos, avanzaremos poco y lentamente hacia la seguridad ambiental y la supervivencia humana.
Twitter: @Antonio.Gershenson