Moscú. El primer intento de establecer un alto el fuego en dos localidades de Ucrania para que la población civil pudiera ser evacuada fracasó este sábado tanto en Mariupol como en Voljonka, al tiempo que la tercera ronda de negociaciones entre delegaciones rusa y ucrania se pospuso hasta el lunes siguiente.
VIDEO: Rusia declara un alto el fuego para que salgan los residentes de Mariúpol y Volnovaja.
Kiev y Moscú coincidieron en que nadie utilizó los corredores humanitarios que se habilitaron por acuerdo de las partes beligerantes, pero ofrecieron explicaciones que achacan toda culpa al otro, mientras las personas que se supone querían salvar vuelven a estar sin alimentos, electricidad ni calefacción, refugiados en los sótanos de sus casas.
Los rusos, según el general Igor Konashenkov, vocero oficial de la “operación militar especial”, dicen que “los elementos nacionalistas de corte nazi” no dejaron salir a las personas que querían ser evacuadas y que aprovecharon el alto el fuego provisional para reagruparse y fortalecer sus posiciones, “usando a la gente como escudos humanos”.
VIDEO: La comunidad ucrania en América Latina alza la voz.
Los ucranios aseguran que, cuando un proyectil de artillería ruso cayó sobre un edificio de viviendas poco después de entrar en vigor el alto el fuego, recomendaron a la gente volver a sus refugios.
La televisión pública rusa de inmediato reportó que “los neonazis volaron un edificio para impedir que la gente pudiera aprovechar el corredor humanitario, y debajo de sus ruinas yacen no menos de 200 cuerpos, muchos de ellos menores de edad”.
La grave acusación se basó sólo en las palabras de Denis Pushilin, el líder de la llamada República Popular de Donietsk, quien dijo que “los ultras siguen bombardeando la ciudad de Donietsk y hay escuelas y hospitales que han sufrido daños”.
A la misma hora, la CNN estadunidense hacía una conexión en directo con una reportera que ayudaba, dándoles la mano para apoyarse, a ancianos, con todo lo que pudieron salvar en una bolsa, a entrar “en una zona segura” de Kiev, después de que quedó destruido uno de los puentes de acceso a la capital, donde eran recibidos por soldados del ejército ucranio.
La CNN también pasó un reportaje de cómo recibieron a las tropas rusas en la ciudad de Jerson, tras perder el control Ucrania. Sin flores ni aplausos: con gritos de “lárguense de aquí, no los queremos, váyanse”.
Y por si fuera poco trascendió que el banquero Denis Kireyev, que formó parte de la primera delegación ucrania en las negociaciones con rusos, murió durante una balacera cuando el Servicio Federal de Seguridad de Ucrania intentó detenerlo por tener pruebas, como asegura, de que había cometido traición a la patria por ser “agente de los rusos”.
Sin embargo, el Ministerio de Defensa ucranio incluyó a Kireyev en una lista de “héroes que murieron cumpliendo su deber” y la televisión rusa lanzó que “el asesinato de Kireyev confirma que hay ucranios influyentes que proponen aceptar las exigencias de Rusia y son aniquilados por los nazis”.
Alguien está mintiendo, o quizá todos, como sucede en toda guerra.
Un ucranio es auxiliado en su empeño de escapar luego de los bombardeos de la aviación rusa en los alrededores de Kiev. Foto Ap.
Sábado de víspera de fiesta
Si alguien quisiera enterarse de lo que está pasando en Ucrania y prendiera el televisor en Rusia –los canales de la televisión pública, pues ya no hay otros, los medios que dejaron de emitir lo hacen por lo que llaman “censura militar”–, vería en primer término, como noticia principal del día, esto:
El presidente Vladimir Putin se reunió con un grupo de guapas sobrecargos y pilotos de las líneas aéreas rusas, afectadas por las ilegales sanciones de Occidente –la principal línea aérea, Aeroflot, por ejemplo, suspende todos sus vuelos internacionales a partir del 8 de marzo– para felicitarlas con motivo del Día Internacional de la Mujer, por lo cual decretó un “puente” de tres días en toda Rusia.
Putin aprovechó la ocasión para dar a cada una un ramo de flores y decirles que no se preocupen y que “no hay ninguna necesidad de decretar el estado de excepción en Rusia”, porque la “operación militar especial” avanza viento en popa.
Repitió las tesis que, desde que ordenó a sus tropas entrar en Ucrania, presenta como argumentos para justificar lo que unos llaman invasión de un país soberano y otros quieren considerar una misión liberadora de un pueblo oprimido por un régimen neonazi.
Putin no ocultó a sus oyentes que “nos acusan de tener ultras neonazis” en Rusia y les aclaró que “es cierto, pero no están en el gobierno”, aunque en la Rada, según el connotado jurista Ilia Shablinsky, “la representación radical de derecha, la de los ultras de corte nazi, se limita a un solo diputado”.
El titular del Kremlin no desaprovechó la oportunidad de amenazar una vez más con usar su arsenal nuclear, si fuera necesario y dejándolo implícito, en caso de que hubiera una amenaza directa contra Rusia.
Este caso –aunque EU y la OTAN precisaron un día antes que no lo harían– sería que ellos o cualquier país, como pidió el presidente Volodymir Zelensky a Washington y Bruselas, respaldara con armamento una “zona de exclusión aérea” en Ucrania, que para Putin sería equivalente a una declaración de guerra.