Con la incorporación de Argentina a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, impulsada por China, sólo resta que las dos mayores economías de América Latina, Brasil y México, se sumen al mayor proyecto de inversión en infraestructura de este siglo. Sin embargo, la economía asiática ha ido acumulando terreno en la región a través del comercio, financiamiento e inversión extranjera directa, con un valor que equivale a prácticamente a tres quintas partes del producto interno bruto mexicano.
Datos compilados por el Diálogo Interamericano y el Centro de Políticas de Desarrollo Global exhiben que desde 2005 los bancos estatales de China han proporcionado más de 137 mil millones de dólares en compromisos de préstamos a gobiernos y paraestatales de América Latina; adicionalmente, su banca privada ha dado 40 financiamiento más, la mayor parte de ellos como parte de un crédito sindicado, por lo que no se cuenta con montos concretos.
El mayor deudor de la banca del Estado chino en América Latina es Venezuela, con 62 mil 200 millones de dólares; seguido de Brasil, con 29 mil 700 millones; Ecuador, 18 mil 400 millones; Argentina, 17 mil 100 millones; Bolivia, 3 mil 400 millones, y Jamaica, 2 mil 100 millones de dólares.
México se ubica como el séptimo deudor de la banca china en la región, con un monto de mil millones de dólares, que fue entregado en junio de 2013 para proyectos en energía, a través del Ex-Im Bank; Además, en 2020 Petróleos Mexicanos se hizo de un crédito con el Industrial and Commercial Bank of China y el Bank of China.
Si bien México no ha registrado un explosivo financiamiento otorgado por China –ahora considerado el mayor acreedor del mundo–, la presencia de esa economía se ha ido robusteciendo en la balanza comercial y en proyectos de infraestructura, como el Tren Maya.
De acuerdo con Enrique Dussel Peters, coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM, hay seis proyectos de infraestructura a cargo de China cuyo valor alcanza 3 mil 15 millones de dólares, y los cuales han generado 80 mil 739 empleos, la mayoría en el Tren Maya.
Si bien tres proyectos –los parques eólicos Dzilam y Progreso; así como 63 trolebuses en la Ciudad de México (CDMX)– vienen de firmas privadas chinas, tienen más peso en monto de inversión y empleos los liderados por empresas del gobierno, como la modernización de la línea 1 del Metro de la CDMX, los 26 trenes para el Metro de Monterrey y la construcción del tramo 1 del Tren Maya.
Crece el comercio
Por el lado del comercio exterior, datos del Banco de México exhiben que el año pasado aumentó 39.85 por ciento el déficit comercial con China, que pasó de 65 mil 614 millones de dólares en 2020 a 91 mil 764 millones de dólares. El dato se inscribe en un comercio entre la economía asiática y América Latina que el año pasado sumó 451 mil 591 millones de pesos, un avance de 41.1 por ciento respecto de 2020, cuando se iniciaba la pandemia.
Además del financiamiento y la inversión directa, China avanza en las economías de América Latina con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, una política de Estado para promover proyectos de infraestructura y a la cual están inscritos Panamá, Costa Rica, El Salvador, Trinidad y Tobago, Dominica, Granada, Antigua y Barbuda, República Dominicana, Barbados, Jamaica, Cuba, Surinam, Bolivia, Guayana, Venezuela, Uruguay, Chile, Ecuador y Perú.
La más reciente adhesión de América Latina a la iniciativa fue Argentina, la cual se sumó a la Franja y la Ruta por una inversión de hasta 23 mil 700 millones de dólares en proyectos de infraestructura.
Por el lado de la inversión, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe expuso que hasta 2010 las entradas capital chino eran inferiores a 400 millones de dólares anuales e iban dirigidas sobre todo a hidrocarburos, minería metálica, agricultura y pesca; hace 10 años esa tendencia cambió, pues además de triplicar el monto, se dirigió a sectores como electricidad, construcción de infraestructura de transporte, principalmente puertos, y, en menor medida, en manufactura, financiero y tecnologías de la información y comunicaciones.
No obstante, poco ha invertido en sectores de tecnología que ahora concentran una gran parte de la economía mundial y son el eje de su disputa con Estados Unidos.
“El cambio que se ha producido en estos 10 años en el patrón de las inversiones chinas en América Latina y el Caribe no coincide con el proceso de sofisticación tecnológica del país y ni con la evolución de sus empresas en el mundo”, pues se va, sobre todo, en minería e hidrocarburos, agregó la Cepal.