El Museo Nacional de San Carlos (MNSC) saca de sus bodegas una colección de arte neerlandés del siglo XVII. La muestra comprende 69 piezas, entre pintura, grabado, impresos y libros, 32 de las cuales pertenecen al acervo del recinto. Las demás son préstamos de particulares e instituciones, y complementan el guion curatorial. Cuenta con la colaboración de la embajada del Reino de los Países Bajos.
Para Claudia Garay, curadora de la exposición Arte neerlandés en la colección del Museo Nacional de San Carlos, se trata de “una nueva lectura de nuestro acervo, porque hay obras muy conocidas que por lo normal se muestran en el recorrido de la colección permanente. Ahora dialogan con piezas que muchas veces están en bodega por cuestiones de espacio”. Una de estas obras es Retrato de hombre (1634), de Frans Hals, reconocido como “quien revolucionó el retrato masculino”.
Otras obras destacadas son La mujer de los espejuelos, de Jacob Toorenvliet; Alegre violinista, de Gerrit van Honthorst; Naturaleza muerta con liebre y frutas, de Joris van der Haagen, así como los grabados Busto de viejo con gorro de pieles y El dibujante, de Rembrandt Harmenszoon van Rijn.
Percatarse de la manera en que se formaron las colecciones es otro de los propósitos de la exhibición. “La colección del MNSC de arte neerlandés se debe al ingeniero Alberto J. Pani, quien durante las primeras décadas del siglo XX reunió obras que después pasaron a la Escuela Nacional de Bellas Artes y ahora resguarda el museo”. Pani tuvo un par de estancias en Europa. Personajes como Franz Mayer e Isidro Fabela, éste juez en la Corte Internacional de Justicia en La Haya, también coleccionaron arte neerlandés.
Inicios del mercado del arte
Los primeros núcleos de la muestra están pensados en “géneros seculares que se produjeron en los Países Bajos a partir del siglo XVII, como retratos, paisajes, naturalezas muertas y escenas de vida cotidiana”. Garay recuerda que en 1648 se oficializó la división de las provincias del norte y las del sur, lo que ahora se conoce como Bélgica. Las provincias del norte, o Países Bajos, se quedaron sin el patrocinio de la Iglesia católica y de la Corte española.
Una nueva y pujante clase comerciante impulsó “un mercado de arte como básicamente lo conocemos hoy”, apunta la entrevistada. “Los comerciante empezaron a encargar sus propios retratos, o escenas de vida cotidiana, para decorar sus casas. Las obras de grandes formatos, antes realizadas para las paredes de iglesias, pasaron a muros más pequeños”.
Aunque la mayoría de la obra neerlandesa del MNSC es del siglo XVII, también hay piezas del XVIII y del XIX. Otro propósito de la exposición es subrayar la relevancia que tuvo el arte neerlandés en los círculos de la Academia de San Carlos. En 1905, el pintor orizabeño Ignacio Rosas partió a París a estudiar y con la comisión de copiar obras de, por ejemplo, Rembrandt, que servirían de modelos de enseñanza en la academia. Su copia del cuadro Betzabé, del afamado pintor y grabador, se incluye en la muestra.
El núcleo dedicado a impresos, libros y mapas da cuenta de la importancia de las rutas de navegación, en qué medida se perfeccionó la cartografía neerlandesa en el siglo XVII, y cómo estas rutas permitieron el comercio entre esta región y la Nueva España.
Ámsterdam, anota Garay, se convirtió en centro tipográfico relevante a partir del siglo XVII. Los libros que llegaron a la Nueva España hoy se conservan en museos como el Franz Mayer y las bibliotecas Nacional o Palafoxiana.
Arte neerlandés en la colección del Museo Nacional de San Carlos permanecerá hasta el 24 de abril de 2022 en el Museo Nacional de San Carlos (avenida México-Tenochtitlan 50, colonia Tabacalera).