Su travesía terminó por el momento. A partir de hoy tendrán que rehacer sus proyectos, relaborar sus planes, construir nuevos sueños. Las 81 personas rescatadas por México tras huir de la guerra en Ucrania por fin están en nuestro país.
El Boeing 737 de la Fuerza Aérea Mexicana aterrizó al minuto 16 del viernes. Es un nuevo comienzo para 44 mexicanos, 28 ucranios, siete ecuatorianos, un peruano y un australiano que escaparon de la zona de conflicto y tuvieron un lugar en el avión que dispuso el gobierno mexicano para traerlos a salvo, en una operación que se conoció como Misión Rescate.
Fueron casi 22 horas de vuelo, con tres escalas sin salir del avión, para completar el viaje de Bucarest a la Ciudad de México. Por momentos se tornó agobiante. Más aún por la constante insistencia de los representantes de medios de comunicación –que dieron cobertura a la misión–, quienes buscaban la mejor toma, declaración o historia. Las víctimas de la guerra manifestaban ya su hartazgo de hablar con la prensa, ser fotografiadas o grabadas una y otra vez, y pese a ello, siempre estuvieron dispuestos a dar sus testimonios.
Razón humanitaria
Finalmente, el vuelo cumplió su cometido: rescatar a personas afectadas por la invasión rusa al país eslavo. Si bien priorizó a mexicanos y sus familias ucranias, también se abrieron plazas para ciudadanos de otras tres naciones y hasta para la perrita Ramona, integrante de una familia evacuada.
A los 37 extranjeros se les dio acceso por razones humanitarias, que les permitirá estar 180 días en México, y quienes así lo deseen podrán solicitar refugio. Los y las cónyuges de ciudadanos mexicanos podrán tener acceso a la residencia. En cuanto a las personas de Ecuador y Perú, sus países hacen las gestiones necesarias para enviarlos a sus naciones de origen.
Un episodio para las lágrimas fue el encuentro de los recién llegados con sus familiares, que los esperaban en la entrada de la Base Aérea Militar 19, a un costado de la terminal 2 del aeropuerto internacional, espacio cerrado a civiles, pero la relevancia de la situación ameritó que el Ejército hiciera una excepción en sus férreas reglas. Flores, llanto y abrazos marcaron el rencuentro.
A esas horas de la madrugada, poco a poco, cada uno de los 81 rescatados tomó su nuevo rumbo. Son afortunados, como dijo Javier –que testificó los riesgos de la guerra–, pues mientras él intentaba salir de Ucrania, vio decenas de camiones llenos de muchachos con vestimenta militar que se dirigían a las zonas más complicadas del conflicto. “No sé si eran o no militares. Me duele porque dejé amigos de esa edad y probablemente la mitad de esos jóvenes que vi no regresarán”.
En Ucrania aún quedan alrededor de 60 connacionales, con los que el gobierno mexicano mantiene contacto. La embajada de México en Ucrania ya está organizando una tercera evacuación al cruce fronterizo de Siret, Rumania.
(Con información de Arturo Sánchez)