Días atrás el presidente López Obrador se reunió con la cara visible de la cúpula privada. Con ella comió en Palacio Nacional para –ese fue el pretexto– “despedir” a Carlos Salazar por concluir su periodo al frente del Consejo Coordinador Empresarial y, entre sus primeras impresiones, el tabasqueño dijo que “no todo fue miel sobre hojuelas, pero fueron más las coincidencias y el respeto por el bien del país, y vamos a trabajar para encontrar los consensos; hemos tenido diferencias, pero a pesar de todo nos hemos mantenido pensando en México, en lo que le conviene a México”.
Qué bueno, intercambio de piropos a granel con el consabido nivel de hipocresía imperante en este tipo de encuentros, pero es necesario recordar que uno de los primeros berrinches (chantajes, en realidad) de Carlos Salazar se registró cuando el presidente López Obrador rechazó tajantemente la intentona de la cúpula empresarial de que, como “en los buenos tiempos” neoliberales, el gobierno en turno se endeudara hasta la coronilla para “salvar” a los grandes corporativos y no les cobrara impuestos. Para él la ecuación era sencilla: los barones se salvaban con dinero público y los mexicanos pagaban.
En aquella ocasión Salazar quejóse amargamente, porque el gobierno federal “nos cerró las puertas” al rechazar sus “propuestas” (el citado endeudamiento público para fines privados y dejar de cobrarles impuestos). “No es nuestra culpa que no hayan sido aceptadas, pero pese a la puerta cerrada seguiremos buscando soluciones para proteger los empleos, los salarios y a las empresas más pequeñas”. Exigían un endeudamiento equivalente a 4 por ciento del producto interno bruto.
Pues bien, en la mañanera del miércoles López Obrador recordó esas “propuestas” de la cúpula empresarial (con Salazar de vocero) y cómo le “cerró las puertas”. Dijo el mandatario: “Viene la crisis de la pandemia y querían (los dueños de los corporativos) que yo hiciera lo mismo, me vinieron a plantear eso, que no íbamos a salir si no pedíamos deuda. Dijimos: no. Me pidieron dos cosas: que endeudáramos al país para dar créditos con bajos intereses al sector empresarial y que yo declarara una moratoria de pago de impuestos, o sea, que no se cobraran impuestos”.
De acuerdo con López Obrador, “luego ya me ofrecieron disculpas, porque eso (la negativa a endeudarse) llevó a una ruptura como de un año o año y medio, y pues se dieron cuenta porque son gente inteligente. Y vuelvo a lo mismo: era una fórmula o una receta que aplicaban siempre con la crisis; era salvas arriba (con recursos públicos) y si llueve fuerte arriba, gotea abajo. No, así no es, vamos a apoyar de abajo para arriba, y eso fue lo que hicimos”. Entonces, sí vamos a atender a los trabajadores, a sus familiares…”
Como siempre, caprichosita la cúpula empresarial, que cuenta con recursos prácticamente infinitos, por la elevada cuan constante y creciente acumulación de utilidades. Por ello, López obrador recordó que “todo el desastre que se fue originando desde Salinas resultó pagándolo el pueblo, porque Zedillo decide convertir deudas privadas en deuda pública (Fobaproa), a quienes les había entregado Salinas los bancos, que supuestamente fracasan (en realidad los exprimen), porque eran una especie de banqueros ricos (especuladores bursátiles en su mayoría) con bancos pobres o bancos quebrados”.
Después de que Salinas entregó los bancos a esa minoría rapaz, “Zedillo los rescata; Fox propicia que se vendan a extranjeros y no pagaron ni siquiera impuestos después que fueron rescatados con dinero público, con una deuda que todavía se tiene de un billón de pesos y se han pagado de intereses, nada más de esa deuda, otro billón”.
A la vuelta de casi dos años de aquellas “propuestas” de la cúpula empresarial y de la queja de Carlos Salazar, porque “nos cerró las puertas”, nos es gratuito que en la primera mañanera de 2022 el presidente López Obrador dejará en claro que los que pedían deuda y moratoria fiscal (es decir, los más ricos entre los ricos del país) “no se pueden quejar de que se les ha afectado, porque requetesaben que les ha ido bien a pesar de la pandemia; una cosa es lo político, lo ideológico, y otra muy distinta la realidad económica”.
Las rebanadas del pastel
Imparable el precio del barril mexicano de exportación: ayer se cotizó a 110.02 dólares, con lo que en 10 días la ganancia se aproxima a 25 dólares, o si se prefiere un incremento de 28.06 por ciento.