Madrid. En tiempos de guerra en Europa, los precios de la electricidad están por las nubes. En España, donde se vive desde hace algo más de un año una espiral al alza de la electricidad, hoy se registró un nuevo máximo histórico de media en el mercado mayorista, de 387 euros el megavatio hora (MWh), que en hora punta alcanzó hasta los 410 euros.
El alto precio del gas, provocado sobre todo por el conflicto bélico en Ucrania, y la política empresarial de las grandes corporaciones eléctricas están en la raíz de lo que ya es un problema estructural en España, hasta el punto de que cada vez son más las voces que abogan por la creación de una empresa pública que abastezca de energía a la población. Incluso el debate sobre la nacionalización del sector ya no es un tabú.
Acaba el tabú
Hace unos días, en el Congreso de los Diputados de España se votó una propuesta que en principio estaba condenada al fracaso, por los escasos apoyos recabados, pero que abrió un debate que hasta hace poco era impensable: la creación de una empresa pública de energía, sobre todo de electricidad, ya sea con la nacionalización de algunas de las que ya operan o con la creación de una nueva. La iniciativa fue presentada por el partido minoritario en el gobierno de coalición, Unidas Podemos (UP), que defendió precisamente la propuesta para luchar contra la pobreza energética.
Como era previsible, la propuesta fue rechazada por amplía mayoría, pero sirvió para abrir de nuevo un debate público sobre el modelo energético que impera en España, en el que hay escasa presencia del Estado, a diferencia de otros países europeos, como Suecia, que tiene control al 100 por ciento, o Francia, que también tiene una mayoría pública, pero está abierto a la inversión privada.
Pobreza energética
En medio de este debate, el precio de la electricidad volvió a los máximos históricos con los que finalizó el año, el peor de la historia reciente, que ha disparado la pobreza energética y ha provocado cambios en los hábitos de la población, como la reducción en el uso de utensilios comunes, como el horno, la plancha, la calefacción o el lavavajillas. Y es que al alza de meses recientes –en febrero pasado se logró cierta estabilidad, aunque el precio de 138 euros el MWh, triplicaba al que hace menos de dos años ya se consideraba un alto costo y con el que se encendían todas las alarmas, de 45 euros– también se ha sumado la peor inflación acumulada en tres décadas, que supera ya 7 por ciento.
Mercados más vulnerables
La guerra, que afecta a toda Europa, también tiene repercusión en los mercados más vulnerables o expuestos como el español. Por ejemplo, en España el precio superó ayer 380 euros, mientras en Italia, un mercado similar, fue de 212 y el precio más alto en la hora punta fue de 239 euros MWh, es decir, casi 200 euros menos que en el mercado ibérico.
Ante esta situación, cada vez más preocupante por el aumento sin tregua de la pobreza energética, el gobierno español, del socialista Pedro Sánchez, ha aprobado algunas medidas que hasta el momento no han logrado detener la espiral.
Esfuerzo oficial fallido
Por ejemplo, para abaratar el recibo se aplicaron entre el primero de septiembre y el 31 de diciembre la reducción del costo de los cargos –que afectaba tanto a los precios de la energía como a la potencia contratada–, la rebaja del impuesto eléctrico de 5.11 por ciento a 0.5 por ciento y la del IVA, que de 21 por ciento pasó a 10. Además, se prorrogó hasta finales de año la suspensión del impuesto a la generación de electricidad, que es de 7 por ciento.
Pero estas modificaciones no han logrado su objetivo, que era reducir el costo de la electricidad y abaratar el recibo de las familias. Según la Organización de Consumidores y Usuarios, la factura del pasado enero para los hogares con tarifa regulada alcanzó 111.64 euros, casi el triple que hace menos de dos años.