Una gran muestra de la diversidad cultural y artística que pervive en la Ciudad de México fue el Festival Barrio Adentro, que se desarrolló la tarde del miércoles en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
Con el título Tururú: los jóvenes viajan en Metro, se realizó un mosaico de manifestaciones culturales, como teatro, danza y varios géneros de expresión vocal, marcado por la interpretación de las agrupaciones musicales del Instituto de la Juventud .
El programa de este montaje sonoro contó con la participación de unos 400 integrantes de la iniciativa Los Jóvenes Unen al Barrio, del Gobierno de la Ciudad de México, con habitantes de la sociedad, muchos con diversas vulnerabilidades sociales.
Al final de la presentación, Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, sostuvo que la “idea es dar acceso a sus derechos a jóvenes, hombres y mujeres de la Ciudad de México”, en contraste con la criminalización que vivieron años antes: “que ustedes puedan cumplir sus sueños”.
El elemento que aglutinó a las disímiles expresiones culturales fue la figura del Sistema de Transporte Colectivo Metro, común a los habitantes de la capital mexicana y desde el cual se iniciaban las narrativas de pertenencia a la urbe.
Cada escenificación comenzaba en una estación, como La Viga, Autobuses del Norte, Bellas Artes, Balderas, Tepito y Colegio Militar, desde la idea que ha permeado en una memoria emotiva de los habitantes de la ciudad.
En el primer fragmento, los protagonistas, mientras se van despojando de las máscaras, explican qué es ser joven: “Un descubrimiento de ti mismo”, “tener la energía de hacer lo que queremos, pero al mismo tiempo estar llenos de miedo” y ser “extraños y soñadores”.
Dos números elevaron el ánimo del público: una danza tradicional hawaiana acompañada de un coro vocal, seguida de una coreografía de artes circenses con malabarismo, clown y otras expresiones físicas de esa expresión muy juvenil y festiva, que recibieron aplausos y algarabía.
Ya en un punto más alto, la descripción de la central de autobuses como lugar donde ocurren muchas historias, a cargo de otra participante, se transformó en una escenificación del baile y la banda tradicionales de Sinaloa, con un popurrí de las composiciones más conocidas en ese estilo y su colorida danza.
La estación Bellas Artes del Metro fue la base para uno de los puntos más vistosos y bien recibidos de esta presentación: un mural en vivo que representaba el célebre Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.
Ahí se congregaron los personajes centrales de esta obra cumbre del muralismo mexicano; su autor, Diego Rivera, un niño con pantalón corto; La Catrina; José Guadalupe Posada y, por supuesto, Frida Kahlo, quien interpretó una dramática ópera en español. Canto y pintura que fueron celebradas con gozo y un sonoro aplauso.
Otro de los momentos emotivos fue el “duelo de sonideros” nacido en un vagón del Metro, que llevó a un enfrentamiento de baile y a que Sheinbaum bailara una cumbia, acompañados por los arreglos orquestales de muy conocidas canciones, y luego la aparición de la figura casi mítica del pachuco. Ahí hubo una intervención acerca del cambio de mentalidad sobre la libertad sexual en la capital.
Más tarde, se hizo gala del famoso danzón en los alrededores de la estación Balderas, el son jarocho y la evocadora lucha libre, desde la música de las grandes orquestas de una época en la urbe, que luego se convirtió en el hip hop de tres jóvenes cantantes y en una exhibición de ese deporte que combina perfomance, combate y artes escénicas. “Los rudos, los rudos”, respondió la audiencia ya bien metida en su papel.
Como conclusión, una presentación de la conocida Calenda oaxaqueña y una vuelta al hip hop, que ensalzaba la existencia de una patria grande y el respeto a la naturaleza, en un alborozado y múltiple conjunto de disciplinas artísticas, que reunió a representantes de buena parte del Festival Barrio Adentro.