Ucrania (Ukrayina), etimológicamente la tierra que se encuentra en la frontera, vuelve a ser el borde donde se juega el nuevo orden mundial: la guerra y la paz, la división política de Europa, los precios del petróleo y el gas, el mercado energético europeo, la nueva crisis de misiles nucleares y la lucha por el poder global. Ese antiguo cruce caminos entre Escandinavia y Constantinopla –intersección también entre Europa y Asia– es hoy el epicentro de la reconfiguración de las relaciones entre EU y Rusia, EU y la Unión Europea (UE), Rusia y China, la UE y Rusia e incluso China y la UE.
EU y la OTAN han violado sistemáticamente el acuerdo verbal entre potencias establecido durante la negociación de la caída del muro de Berlín. En 1989 Mijail Gorbachov condicionó la reunificación alemana, al compromiso de la OTAN a no expandirse un solo milímetro hacia el este (Thierry Meyssan, “Rusia quiere obligar a EU a respetar la carta de la ONU”, Red Voltaire). La propuesta fue aceptada primero por Helmut Kohl y François Mitterrand y posteriormente por George Bush. En 1993 el Consejo Europeo reunido en Copenhague incorporó varios países de Europa del Este a la UE. Desde ese momento, la OTAN asumió la defensa de los países recién admitidos en la UE, aun cuando formalmente no eran miembros del pacto militar. Rusia no estaba en condiciones de exigir nada, vivía el marasmo de la era Yeltsin y estaba subyugada por los 90 oligarcas. La OTAN incorporó a la República Checa, Hungría y Polonia, en 1999; cinco años después añadió a Bulgaria, Estonia, Letonia y Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia; en 2009 sumó Albania y Croacia.
El anuncio de la eventual incorporación de Ucrania a la OTAN causó un trance diplomático militar. El 7 de diciembre de 2021 Vladimir Putin y Joe Biden sostuvieron una videconferencia para discutir el tema. De acuerdo con Aaron McCade (“GOP Senators Roger Wicker, Jim Inhofe Pitch Nuclear Threat, Arming Ukraine Against Russia”, Newsweek, 7/12/21), unas horas después del encuentro, Roger Wicker en entrevista con Neil Carvuto, de Fox News, alentó a Biden a no descartar acciones militares, incluida la posibilidad de amenazar a Rusia con el empleo de armas nucleares como elemento disuasorio. Al día siguiente, Biden tuvo que salir en público a descartar el envío de tropas estadunidenses a Ucrania. La embajada de Rusia en Washington DC cuestionó al senador atómico y recordó que en la última cumbre, los presidentes Biden y Putin habían coincidido en que no podría haber un ganador de una guerra nuclear (Brendan Cole, “Russia Angered by Senator Roger Wicker’s Nuclear Strike Remarks on Ukraine”, Newsweek, 9/12/21). El comunicado ruso señaló que el senador Wicker es representante por Misisipi, sede de las empresas Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon y General Atomics, quizá por eso, agrega el documento, el senador más que proteger a Ucrania defiende el negocio de las armas.
Ambas potencias han participado activamente en la construcción y escalamiento del conflicto. Las políticas de Donald Trump escindieron a la comunidad internacional y pusieron en peligro al mundo, por ejemplo con sus modificaciones a la Estrategia Nuclear de EU. Biden tenía la oportunidad de cerrar heridas y restaurar una comunidad internacional global, pero optó por profundizar el cisma y excluir de facto a China y Rusia. Además prosiguió las políticas nucleares de su predecesor. De acuerdo con Joe Cirincione, “Biden’s Trump-lite nuclear policy threatens us all” ( The Bulletin of Atomic Scientists, 26/1/22) un grupo de 56 legisladores enviaron recientemente una carta a Biden pidiendo que su próxima estrategia nuclear refleje sus puntos de vista “no adoptar los programas de armas nucleares de Trump”. Por su parte, Rusia invadió Ucrania y violentó flagrantemente el derecho internacional. En su discurso del inicio de operaciones militares en ese país Putin mencionó que “Rusia continúa siendo uno de los estados nucleares más poderosos” y “que no debería haber ninguna duda para nadie de que cualquier agresor potencial enfrentará la derrota y consecuencias siniestras si ataca directamente a nuestro país”. El 27 de febrero ordenó poner “las fuerzas disuasivas del ejército ruso en máxima alerta de combate”. La humanidad vive una de las peores crisis de su historia.
Una de las causas profundas del conflicto armado ha sido el paulatino desmantelamiento de acuerdos de desarme convencional y nuclear que daban estabilidad a Europa, algunos gestados en el marco de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Es importante recordar los Tratados de Estambul (1999) y Astana (2010), en que se plantea que ningún país puede garantizar su seguridad a costa de otro. Otro factor de inestabilidad fue el abandono de EU del Tratado de Eliminación de Misiles de Corto y Mediano alcance en agosto de 2019.
El gobierno mexicano puede jugar un papel muy importante en la resolución del conflicto si condena la invasión rusa y defiende la soberanía de Ucrania, pero sin alinearse a la estrategia estadunidense y sin involucrarse militarmente. México debe recuperar su tradición en favor del desarme nuclear e impulsar un grupo de países que exija a ambas potencias el desmantelamiento de las condiciones que nos han conducido a esta nueva crisis de los misiles. El desarme nuclear es mucho mejor salida que limitarse a decir: no mires hacia arriba.