Ciudad de México. El potente y ronco hablar del nordestino se impuso en el amplio salón que reunió a la clase política de la 4T, cuando propuso un grito desde la Ciudad de México: “¡Basta de guerra, queremos paz!”
A esas alturas, con apenas unos minutos en el micrófono, Luis Inácio Lula da Silva ya se había embolsado a los oyentes, pese a que, a juzgar por las caras, no abundaban los hablantes de portuñol.
Lula siguió soltando frases que eran música para los oyentes. El obrero metalúrgico que gobernó ocho años Brasil, un inmigrante sin estudios universitarios -el dato fue recordado por Gleisi Hoffman, presidenta del Partido de los Trabajadores-, se refirió elogiosamente al café que se tomó por la mañana con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Y, palabras más o menos, dijo que a partir de 2023 la relación entre Brasil y México será más fuerte que nunca y que él volverá a visitar Palacio Nacional, ya como presidente.
Claro, si tiene éxito su sexta candidatura presidencial, que hoy avanza firme sobre los hombros de encuestas que lo dan por ganador en todos los escenarios posibles de la segunda vuelta.
Los aplausos y los gritos de “¡presidente, presidente!”, volvieron a inundar el amplio salón frente a la Alameda Central.
Lula hizo un amplio discurso en el que se refirió al escenario mundial, a los absurdos gastos de la guerra que podrían resolver muchos de los problemas de la humanidad. Luego fue a Brasil, para hablar de la destrucción de su legado (ocho años en la presidencia) y el de Dilma Rousseff (cinco años, porque fue destituida vía maniobras legislativas de sus enemigos).
Antes, el ex dirigente sindical había hecho un recuento de las acciones de su gobierno y el de su sucesora. Trajo a cuento el incremento sostenido del salario, el mayor programa de vivienda, el crecimiento de la matrícula escolar en todos los niveles, y su estrella, Bolsa Familia, que benefició a 54 millones de brasileños.
El ex presidente de Brasil fue pródigo en elogios al partido Morena. Dijo que es “un fenómeno que precisa ser discutido” en América Latina, y más, que necesita ser analizado por estudiantes de ciencias políticas, para explicar cómo es posible su llegada al poder en tan pocos años y en un escenario a contracorriente.
Con tenacidad, dijo, es posible que lo comenzado por un puñado de mujeres y hombres logre “cambiar la historia de un país”. No escatimó tampoco en el elogio al dirigente principal: “México tiene hoy un presidente de verdad”.
Hoffman había relatado que por la mañana testificó “un evento histórico”. Lula y López Obrador, siguió, “tienen mucho en común”. Se refirió, por supuesto, a su compromiso social y auguró que con ambos, a partir de 2023, América Latina vivirá una “transformación profunda”.