Ciudad de México. Tres baterías de aplausos, más bien discretos, coronan la intervención de Manuel Bartlett, director de la Comisión Federal de Electricidad, en la reunión con legisladores de Morena y aliados. Un amplio salón, frente a ala Alameda Central, es el escenario en el que el poblano lanza su mensaje final: “Tenemos confianza en que la van a sacar”, dice, en referencia a la reforma eléctrica, ya convertida en la madre de todas las reformas sexenal.
Los aplausos son más bien discretos, cumplidores, y vienen cuando Bartlett suelta las rigurosas frases sobre la soberanía y el rechazo al control extranjero del sector eléctrico.
El invitado estelar de la tarde es el ex presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva. Mientas, los legisladores de Morena y fuerzas aliadas escuchan una didáctica explicación en la que Bartlett se remonta a la historia: va de Adolfo López Mateos en el balcón de Palacio Nacional, a las negociaciones del Tratado de Libre Conercil a cargo de Carlos Salinas de Gortari.
En el sexenio del último, explica Bartlett, se introdujeron las dos claves que permitirían a Enrique Peña Nieto una reforma a cuyo fin último era desaparecer a la CFE. Se refiere el veterano político a las sociedades de autoabasto y los generadores independientes.
Bartlett explica con peras y manzanas, y suelta datos que suenan incontestables: “Hay 110 monopolios privados que no pagan nada (y tienen) 80 mil clientes”; “es un sistema oligárquico”; “tienen 45% del sector en unos cuantos años, con un sistema ilegal”.
En torno al mercado eléctrico hay, sigue Bartlett, “sin duda una guerra económica y política que el presidente ha enfrentado con toda claridad”. Los privados, aseguran, han invertido mucho dinero para atacar la reforma eléctrica. Han formado, asegura, una “claque, un cuarto de guerra” para atacar a la 4T.
Tras un receso y pasadas alas cinco de la tarde, Lula es recibido con gritos y aplausos por los legisladores.