Bucarest. La aeronave que repatriará a los mexicanos que desean huir del conflicto bélico en Europa del Este ya los espera en esta capital, donde aterrizó ayer tras una larga travesía de 20 horas que surcó los gélidos aires del norte terráqueo.
La tripulación de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) no tuvo recesos. Cubrió el largo viaje con arduas labores a bordo de la nave. En las horas finales lucían exhaustos y dividieron las tareas de cabina: mientras unos se amodorraban sentados en las filas traseras, los otros realizaban las actividades necesarias ante cualquier imprevisto.
El trayecto preveía en principio una parada de 12 horas en Shanoon, Irlanda, pero los permisos de tránsito aéreo y entrada a Rumania se liberaron antes de lo esperado, por lo que se decidió cubrir el recorrido únicamente con las pausas para la necesaria recarga de combustible. Así, la nave se reporta lista para ser abordada cuando así se requiera, en la llamada Misión Rescate comandada por la FAM y la cancillería.
En el otro frente, aún no se tiene certeza de cuántos connacionales optarán por la repatriación. No es fácil dejar todo atrás. Su decisión fue construir sus proyectos de vida en suelo ucranio y, ahora, una jugada geopolítica los obliga a renunciar a planes y sueños. Han tenido que desplazarse para ponerse a salvo.
Los que lograron salir de Ucrania y cruzar a Rumania, lo hicieron por la fronteriza Siret, ubicada a 487 kilómetros al norte de esta capital. Son 22 las personas que entraron a suelo rumano por este punto y se han refugiado –con el apoyo de las embajadas de México en ambos países–, en una ciudad cercana llamada Siceava.
Tampoco se tiene claridad sobre cuándo llegarán a Bucarest. Pues a la par, varios mexicanos están dispersos por otros países vecinos, particularmente Polonia, y hay algunos más atorados en los cruces fronterizos, aún de lado ucranio, donde se dice toma más de 40 horas pasar la línea divisoria debido a la saturación y la urgencia de miles, de diversas nacionalidades, por salir de la zona de conflicto.
Representantes diplomáticos mexicanos estiman que la noche de este martes o la madrugada del miércoles otro grupo de connacionales podrá pasar la frontera y unirse a los que ya están en Siceava. La crisis bélica ha vuelto todo incierto en esta zona del este europeo y el vuelo de la FAM no está exento.
Los territorios vecinos al oeste y suroeste de Ucrania se han vuelto claves para escapar de las áreas de enfrentamientos derivados de la avanzada rusa iniciada hace cinco días.
Rumania –que comparte 650 kilómetros de frontera con Ucrania– es miembro de la Unión Europea y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Se ha convertido por lo pronto en refugio de miles, pues 32 mil personas han cruzado hacia su territorio, señalan reportes oficiales.
Las bases antimisiles de la OTAN establecidas en este país, al igual que en Polonia, son parte de la justificación del presidente ruso Vladimir Putin para cercar Ucrania. Estados Unidos ha argumentado que se trata de sitios militares de defensa, sin relación con Rusia; sin embargo, en el Kremlin se dice que podrían usarse para derribar cohetes o para disparar hacia Moscú misiles de crucero.
En Bucarest la vida sigue. Los centros comerciales, restaurantes, cines y demás funcionan habitualmente. Se habla de la guerra, pero como si estuviera muy lejos.
Los encargados de bares, restaurantes y otros negocios están, por el momento, más ocupados en cumplir el estricto horario de cierre de servicio (10 de la noche, en un lunes) como parte de los protocolos establecidos por las autoridades contra el covid-19.
El uso de cubrebocas es común, aun en espacios públicos. En esta histórica ciudad, llamada en algún momento “la Pequeña París”, aún se percibe la calma.