El Museo Guggenheim (MB) en Bilbao presenta una selección de más de 30 obras del pintor y escultor francés Jean Dubufett (1901-1985), provenientes de la institución neoyorquina y de la colección Peggy Guggenheim en Venecia. Marta Blavia, curadora asistente del MG en Bilbao, señaló en torno a la exposición Jean Dubuffet: ferviente celebración, que las obras escogidas por el curador David Max Horowitz recorren la trayectoria completa del artista.
Dubuffet, apuntó Blavia, “se caracterizó por su espíritu inconformista y rebelde que lo llevó no sólo a no adscribirse a ninguna tendencia artística, sino, sobre todo, a desarrollar un lenguaje tremendamente rico y muy innovador que desafiaba y arremetía, incluso, contra todo convencionalismo vinculado con el gusto, la tradición o la razón”. El recorrido, dividido en tres secciones, permite al visitante “descubrir a un Dubuffet diferente, a la vez que conocer cada obra, que le permitieron alcanzar los hitos y pequeñas revoluciones artísticas”.
A finales de la Segunda Guerra Mundial, Dubuffet empezó a exhibir pinturas que retaban los valores estéticos más arraigados. Rechazó los principios de decoro y belleza clásica, junto con cualquier pretensión de pericia técnica. Al contrario, se centró en lo ordinario y en lo que a menudo pasaba desapercibido, al emplear en su obra materiales vulgares, temas prosaicos y un estilo que rehúsa todo signo externo de formación académica.
Con esta visión, Dubuffet se enfrentó a las normas, que, en su opinión, dificultaban la expresión auténtica y menospreciaban la experiencia cotidiana. Sin embargo, su propósito no sólo era revelar cuán anticuadas estaban las convenciones culturales, sino también ilustrar la vitalidad de una existencia libre de ellas. Acuñó el término “art brut” (arte en bruto) para el arte producido por no profesionales que trabajan por fuera de las normas estéticas.
En una ocasión, el artista afirmó: “Me gustaría que la gente viera mi labor como una recuperación de valores desdeñados”, y como una obra de “ferviente celebración”. A lo largo de su carrera, la producción artística de Dubuffet se caracterizó por un impulso festivo y también por su compromiso con la crítica de la cultura.
Además de su experimentación en el arte visual, Dubuffet incursionó en la música. Con Experiencias musicales (1961), se embarcó en una serie de experimentos sonoros. En este caso, al igual que en su obra plástica, los materiales y herramientas concretos que empleaba determinaban sus creaciones.
Para estas “experiencias”, Dubuffet solía tocar instrumentos musicales de maneras inusuales; incluso, manipulaba las grabaciones para crear efectos sorprendentes. Trabajó en solitario, o en colaboración con el pintor danés Asger Jorn. Buscó siempre transgredir las reglas y categorías artísticas aceptadas. Su espíritu innovador lo llevó a integrar pintura, escultura, sonido y movimiento en Cucú Bazar (Coucou Bazar), performance concebido como “gran pintura animada”, que se presentó en el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York en 1973.
Jean Dubuffet: ferviente celebración permanecerá hasta el 21 de agosto en el Museo Guggenheim, en Bilbao, España.