La renovada reforma laboral es “un desafío” para los empresarios, pues “tienen que acostumbrarse a no interferir” en la vida interna sindical y reconocer a las “organizaciones genuinas” que representan los intereses de los trabajadores, aseveraron especialistas en la materia.
Los académicos Graciela Bensusán y Emilio Giménez Cacho, señalaron que se requiere de la participación activa de los empleados para “desmontar la estructura corporativa” del sindicalismo tradicional que implicó “el control político de los obreros en beneficio de líderes sindicales”.
Durante su participación en la mesa Trabajadores sin defensa, reforma laboral ¡congelada!, Giménez Cacho, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló que además de requerirse de una movilización de la base obrera, un desafío adicional es para el sector patronal, porque “siempre han considerado la organización sindical como un asunto de revoltosos en la empresa”.
Añadió que los empleadores “hoy tienen que acostumbrarse a reconocer la representación genuina como una forma legítima de resistencia dentro del trabajo” en la compañía.
En su participación, Bensusán, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, indicó que la iniciativa privada experimentará un cambio radical, porque no solamente tienen que reconocer que va haber un sindicato, sino que cada dos años van a estar en procesos electorales, “los cuales causan tensión y perturbación”, por lo que tendrán que crear las condiciones adecuadas para que dichos ejercicios “ocurran sin afectar la producción e intereses” de la empresa.
Pero lo primero que tienen que hacer, subrayó, “es no meterse, porque hasta ahora lo que vemos es que no todos los empresarios están entendiendo lo que significa la no injerencia que se establece en el artículo 357 de la Ley Federal del Trabajo, y que es una de las obligaciones patronales”.
La académica de la UAM apuntó que la reforma laboral, cuyos cambios constitucionales se realizaron en 2017, “trata de devolver a los asalariados el poder dentro de los sindicatos”, pero el cambio institucional es insuficiente y se requiere que la base de empleados se organice “desde abajo; el caso General Motors (de Silao, Guanajuato) lo muestra muy bien, y la otra cara de la moneda, es la elección sindical en Petróleos Mexicanos”.
Giménez Cacho consideró que la reforma laboral tiene “el potencial impacto de modificar la correlación de fuerzas en la negociación de las condiciones de trabajo con un sindicalismo genuino”.