Fue un regreso sin gloria. Javier Vasco Aguirre volvió dos décadas después a la liga de sus orígenes como el trotamundos fatigado que busca abrigo entre los suyos en tiempos difíciles, en medio del oleaje furioso de la pandemia; sin embargo, tuvo la mala suerte de aterrizar en un equipo donde la afición es apasionada al extremo, exigente y sobre todo mandona, dotada de esa capacidad que pocos tienen de quitar y poner.
En eterna competencia con Tigres, su acérrimo rival, los fanáticos rayados no le perdonaron la afrenta de tener al equipo en el penúltimo sitio de la tabla general, mientras los felinos rondan la cima. Ni el agravio de haber hecho un papelón en el llamado Mundialito, en Abu Dabi, siendo que el plantel de la UANL, en la edición anterior, fue flamante finalista. El cúmulo resultó demasiado para el orgullo de una afición que se volcó en agresivos reclamos con mantas y cánticos hacia el plantel y el técnico.
Buena dosis de culpa tuvo Duilio Davino, director deportivo, quien fue incapaz de orientar hacia las buenas decisiones. El botón de muestra es que alegremente ambos determinaron deshacerse de un elemento de la eficacia de Charly Rodríguez, seleccionado nacional y ahora hasta flamante goleador de La Máquina. Retuvieron a Vincent Janssen, jugador impetuoso, atrabancado y sin magia, al que hace tiempo trajeron para hacer contrapeso al galo André Pierre Gignac, pero la apuesta no resultó ni de lejos.
Peor aún, el mellizo Rogelio Funes Mori entró a un túnel oscuro al que no halla fin. Tan-to en la selección como en Monterrey, el argentino naturalizado mexicano vive días aciagos y áridos, no anota ni ante marco abierto. El Vasco Aguirre llegó con un cuerpo técnico extranjero, tenía de asesores principales a los ibéricos Antonio Amor y Xavi Gurri, pero sumó recientemente a Hugo Norberto Castillo, quien toma el mando rumbo al partido del martes ante León.
Donde no oyen al aficionado es en Chivas. El clamor: “¡Fuera Leaño!” retumba ensordecedor; no obstante, fuertes lazos tienen engarzado a Marcelo Michel Leaño en el timón del equipo de Amaury Vergara quien, pese a los malos resultados, remarca que no piensa deshacerse del Rebaño. “Nunca” replicó a quienes le sugirieron seguir el ejemplo del magnate ruso Roman Abramovich, al ceder la gestión del Chelsea. Así que a tragarse la amargura que dejó la voltereta del sábado asestada por el incontenible equipo de La Franja.
El llamado clásico capitalino resultó un fiasco. Una vez más, como suele ocurrir en las citas importantes, Pumas tuvo que supeditarse a los cambios de horario para favorecer el rating, sin la oportunidad de llevar al América al caldero que es su cancha al mediodía para hacer leña del árbol alicaído. El timonel de los amarillos, Santiago Solari, extiende su agonía a la fecha doble.
El futbol estadunidense, por el que desde hace años suspiran los federativos mexicanos y sueñan con una fusión, les está poniendo demasiado alto el listón. Estarán a su altura realmente cuando puedan exhibir un contrato similar, con igualdad salarial entre las selecciones de hombres y mujeres, como parece haberlo logrado esta semana el equipo femenil campeón del mundo.
Por lo pronto, los dirigentes tricolores pueden seguir alardeando de un intenso roce con certámenes inventados y encajados en el calendario con calzador, como la Nations League, pero solamente podrán presumir de andar codo a codo con el vecino cuando logren la justicia salarial para la féminas, cuyos ingresos acá son abismalmente inferiores. De lo contrario, quedan como convenencieros, hábiles sólo para imitar lo que les favorece.
En puerta está el último mes de fecha FIFA. Hay noticias alentadoras desde el Viejo continente respecto a Jesús Tecatito Corona, quien lució en el derbi andaluz con el Sevilla; Héctor Herrera levanta su nivel con los colchoneros, mientras Orbelín Pineda recibió un jalón de orejas por desordenado, pero si algo le sobra es ímpetu y talento. A Raúl Jiménez lo mandaron al banquillo a reflexionar.