En México: cartografía de la guerra (https://bit.ly/36dXO3G), esbozamos algunos problemas urgentes de nuestro país. Dos fueron los puntos de partida: 1. Los megaproyectos energéticos, extractivos y de infraestructura que se construyen en el territorio nacional y 2. Las múltiples violencias que se han desatado con la expansión de las economías criminales. Estos fenómenos han trascendido diferentes sexenios, como también han trascendido y surgido organizaciones que resisten a la guerra y al despojo. Movidas por diferentes causas, estas organizaciones van construyendo bolsas de resistencia y en ocasiones hasta zonas liberadas de despojo y crimen organizado, y aunque no están exentas del acoso y persecución de los poderes reales y los poderes formales, siguen tendiendo puentes y construyendo una cartografía de la esperanza.
Las redes de solidaridad con las personas migrantes se extienden por toda la nación. En Tenosique, Tabasco, está La 72, un hogar-refugio para migrantes impulsado por la provincia franciscana “San Felipe de Jesús”. Lleva ese nombre en memoria de las 72 personas migrantes asesinadas en 2010 en Tamaulipas, por lo que La 72, “así en femenino”, son también un “altar-hogar”. En Veracruz están Las Patronas, un grupo de mujeres que desde hace 27 años se organizan para preparar comida y dársela a las personas migrantes. El trabajo que realizan es realmente sorprendente, llegando a entregar hasta 300 almuerzos diarios. En la Ciudad de México se puede encontrar espacios como Casa Tochán, La Resistencia, café o la solidaridad de las vecinas del barrio de Santo Domingo, en Coyoacán. También hay que mencionar el trabajo del Servicio Jesuita Migrante, o “La pequeña Haití”, barrio de personas de origen haitiano que se construyó en Tijuana. El trabajo que realizan la Red Regional de Familias Migrantes, la Caravana de Madres Migrantes y el Movimiento Migrante Mesoamericano es de destacar.
Ante la falta de respuestas eficientes por parte del Estado mexicano para atender el problema de la desaparición de personas, las familias se lanzaron, con lo más elemental, a buscar a sus seres queridos. Están los Familiares en Búsqueda María Herrera; las Madres Buscadoras de Sonora; las Rastreadoras de El Fuerte, en Sinaloa; la Voz de los desaparecidos de Puebla; el Colectivo Hasta Encontrarte, en Guanajuato; las Familias de Ayotzinapa, en Guerrero; las doñas de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos, en Nuevo León, Jalisco, Coahuila y en otros estados; el Colectivo Solecito, en Veracruz y un centenar más de organizaciones que junto a otras resistencias están dotando de dignidad y esperanza a esta sociedad tan lastimada.
El aumento y brutalidad de las violencias patriarcales también ha generado que se vayan fortaleciendo y tejiendo esfuerzos de solidaridad y resistencia entre mujeres. Están por toda la República, acompañando, reflexionando y construyendo alternativas. Algunos ejemplos son la Red de Feminismos Descoloniales, que lo mismo reflexionan, accionan y enlazan con otras organizaciones. Están también Las Siemprevivas, una colectiva de mujeres que acompaña casos de violencias, desapariciones y feminicidios. En algunos casos forman cooperativas, como la de pan Vendaval o espacios como la librería y centro social Volcana / Lugar común.
Son los pueblos originarios los que mantienen organizaciones más sólidas. La Chiapas Zapatista, con sus 43 entidades autónomas ( Caracoles, municipios y Centros de Resistencia y Rebeldía), son una de las experiencias mundiales más avanzadas de autonomía. Con la recuperación de tierras que han realizado a lo largo de su existencia han logrado crear escuelas, hospitales, cooperativas, viviendas, medios de comunicación y un largo etcétera. Destacan también la comunidad tepehuana y wixárika de San Lorenzo de Azqueltán, en Jalisco, que a la par que defiende el territorio creó una clínica autónoma. Los pueblos nahuas de Santa María Ostula, en Michoacán, también son parte de esta resistencia creadora con la recuperación de sus territorios y el fortalecimiento de su guardia comunitaria. Igualmente está el pueblo de Amilcingo que resiste al Proyecto Integral Morelos y sostiene la escuela primaria Samir Flores Soberanes y Radio Amiltzinko 100.7 FM.
Muchísimas otras experiencias faltarían por trazar en esta cartografía, como el esfuerzo que hacen cooperativas como La Imposible, La Carabina 30-30, La Ordeña, CACAO, o los trabajos de vivienda colectiva de la Organización Popular Francisco Villa de Izquierda Independiente, de Tlanezi y Xochitlanezi, del Frente del Pueblo Resistencia Organizada, de la Comunidad Otomí en la Ciudad de México, o la interesante iniciativa de Casa Temilco, en Amatlán, Morelos, o el trabajo de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez. Lo que es importante destacar es que frente a la guerra y al despojo que el sistema de dominación y explotación despliega en nuestro país, hay múltiples resistencias. Que son los territorios donde se están librando batallas fundamentales. Como dice el vocero zapatista Subcomandante Moisés: “resistencia es ponerse fuerte, duro, para dar respuesta a todo, cualquiera de los ataques del enemigo, del sistema, pues”. Esa es la resistencia creadora.
* Sociólogo
Twitter: @RaulRomero_mx