Moscú. Las tropas rusas siguieron intentando doblegar la resistencia ucrania el cuarto día de la guerra, en un domingo que estuvo marcado por dos noticias: la orden del presidente Vladimir Putin de poner en estado de máxima alerta su arsenal nuclear y el primer intento de negociar un alto el fuego en un sitio que garantice la seguridad de los participantes junto al río Pripiat, en la frontera de Ucrania con Bielorrusia.
"Todos ustedes conocen las acciones inamistosas que emprende Occidente, como las ilegales sanciones económicas, pero los más altos funcionarios de los principales países de la OTAN se permiten declaraciones agresivas en contra de… en contra de Rusia. Con este motivo, ordeno al ministro de Defensa y al jefe del Estado Mayor poner nuestras fuerzas de disuasión en régimen especial de servicio", afirmó Putin –como pudo verse en el fragmento que transmitió la televisión rusa– ante los dos subordinados citados, Serguei Shoigu, el ministro, y Valeri Guerasimov, el estratega militar, que asintieron sin pronunciar palabra.
Putin ordenó poner en estado de máxima alerta su arsenal nuclear y –con una imagen de las tres personas (el presidente, el titular de Defensa y el jefe del Estado Mayor) que tienen que apretar al mismo tiempo el botón nuclear para activar el uso del armamento estratégico ruso– advirtió de nuevo a Estados Unidos y la OTAN para que dejen de presionar a Rusia y apoyar a Ucrania.
La doctrina nuclear de Rusia, vigente desde el verano de 2020, define los cuatro escenarios en que Moscú se reserva el derecho de emplear las armas nucleares: tener información fiable de que se ha lanzado un ataque de misiles contra Rusia; el uso contra Rusia de armas nucleares o de destrucción masiva; acciones que podrían afectar el funcionamiento de los centros de respuesta de las fuerzas nucleares; y agresión contra Rusia con armamento convencional si pone en riesgo la existencia misma del Estado ruso. Ninguno se corresponde con la situación actual.
La aparición del general Guerasimov, junto a Putin y Shoigu, sirvió además para desmentir la información que difundieron el sábado varios portales ucranios de noticias falsas en ruso, que son todo un ejemplo de la desinformación que se practica en esta guerra: que el jefe del Estado Mayor ruso había sido cesado por “el fracaso de la invasión”.
En busca del diálogo
El vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, confirmó que una delegación rusa –formada por representantes de los ministerios de Defensa, Relaciones Exteriores y la Oficina de la Presidencia, y encabezada por un asesor del presidente Putin, Serguei Medinsky, ex ministro de Cultura–, ya se encuentra en Bielorrusia en espera de reunirse con los enviados de Ucrania.
El presidente de Ucrania, Volodymir Zelenski, informó que su colega bielorruso, Aleksandr Lukashenko, le llamó por primera vez en dos años para proponerle que ucranios y rusos se reúnan “sin condiciones previas” en Bielorrusia.
“Lo diré con sinceridad: no creo en los resultados de ese encuentro, pero no me opongo a que se intente. No quiero que ningún ciudadano de Ucrania tenga la más mínima duda de que yo, como presidente, no procuré detener la guerra, cuando había una oportunidad, aunque ésta sea muy remota”, afirmó Zelensky.
Después, el canciller ucranio, Dimitro Kuleba, anticipó que “Ucrania no va a capitular ni a entregar un solo centímetro de nuestro territorio”.
Con poco optimismo, pues, acude Ucrania a esa reunión, que tentativamente tendrá lugar a primera hora de este lunes, a “escuchar lo que quiere decir Rusia y a decir lo que pensamos de esta guerra”, precisó Kuleba.
Médicos intentan reanimar a una niña herida durante un bombardeo en una zona residencial en la ciudad de Mariupol, este de Ucrania, el 27 de febrero de 2022. Al final, la niña murió. Foto Ap.
Expertos militares consultados sugieren que no hay que esperar mucho de la reunión de mañana y creen que Rusia sólo espera que Ucrania rechace deponer las armas para poder argumentar que el gobierno de Zelensky no quiso detener la guerra y no le dejó más remedio que continuar la ofensiva militar.
Creen que fracasó el plan inicial que, opinan, consistía en que unidades del ejército ruso lograran vencer más rápido la resistencia ucrania y adentrarse en las calles de Kiev hasta poder tomar las sedes de la Oficina de Zelensky, el gobierno de Ucrania, el Parlamento y las dependencias gubernamentales principales.
Ahora, en opinión de esos analistas, todo apunta a que sólo queda la opción que quería evitar el Kremlin: lanzar un bombardeo más intenso sobre Kiev para que puedan entrar los tanques y, detrás, las tropas.
Los combates no se detuvieron este domingo en todas las direcciones de la ofensiva de Rusia. Las tropas rusas pudieron entrar a la ciudad de Járkov, la segunda más poblada de Ucrania, y se registraron enfrentamientos con el ejército ucranio en sus calles, pero aparentemente los ucranios mantienen el control sobre esta ciudad.
Según las informaciones más recientes, continúa el asedio de la ciudad de Kiev por el ejército ruso, en espera de un asalto final que si no se ha producido aún es por el alto costo en vidas humanas, de ambos lados, y sobre todo entre la población civil, que tendrían los inevitables combates en las calles de la capital.
El ministerio de Defensa ruso, por primera vez, reconoció que su ejército ha sufrido bajas, sin precisar el número de soldados que han caído en combate o están heridos.
“Lamentablemente, hay muertos y heridos entre nuestros camaradas. Pero nuestras pérdidas son muy inferiores a los nacionalistas que hemos aniquilado, igual que las bajas del ejército ucranio”, informó su vocero, Igor Konashenkov.
También reportó que, desde el comienzo de las hostilidades, el ejército ruso “ha destruido más de mil objetivos de la infraestructura militar de Ucrania, entre ellos 27 centros de mando y comunicaciones, así como 56 radares, 254 tanques y vehículos brindados, 31 aviones en tierra y 103 piezas de artillería”.
Por cuarto día consecutivo, hubo protestas contra la guerra en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades de Rusia, con más de 2 mil 700 personas detenidas.