El baquiné es una celebración de origen africano que se lleva a cabo cuando muere un niño menor de siete años, y se recibe con regocijo, ya que su muerte lo transforma en un ángel que va a morar en el cielo; se canta, toca, baila y juega en honor al fallecido, que también se transfigura en un mensajero entre sus familiares y Dios.
Esta manifestación de “duelo alegre”, muy arraigada en el Caribe, en especial en Puerto Rico –los llamados“velorios o funerales de angelitos”–, inspiró a Willie Colón a realizar El baquiné de los angelitos negros, un álbum conceptual que se alejó de los estándares de la salsa que lo habían connotado y provocó sorpresa y desdén entre sus seguidores.
Consagrado ya como un ícono de la salsa para 1977, cuando este disco salió al mercado originalmente, Willie estaba en constante búsqueda de nuevos rumbos. Y si bien ya desde 1975, cuando publicó The Good, the Bad and the Ugly, daba indicios de sus nuevos senderos, el mundo salsero no estaba preparado para este proyecto que patentiza formalmente el concepto de salsa sinfónica.
Willie parte de la tradición del baquiné y del poema Píntame angelitos negros, del venezolano Andrés Eloy Blanco (Cumaná, 1896-Ciudad de México, 1955) para llevar a cabo su obra. El poema es un reclamo por los derechos de los negros y Andrés Eloy Blanco convierte su alegato en verso condenatorio del racismo para llorar la mala suerte de los bebés negros, ignorados en la tierra pero también en el cielo, olvidados por la política y por el arte. “Desengáñese, comadre, que no hay angelitos negros” recitaba el poeta.
Con estas referencias, Willie planteó hacer un performance, un proyecto multimedia donde se unieran cine, teatro, poesía, danza clásica y música salsa. Es así que surge la idea de un ballet-salsa o una salsa-ballet.
Este ballet-salsa fue producido para la televisión pública y educativa Wnet/Thirteen de New Jersey y contó con la colaboración de importantes creativos y artistas para su montaje, realización y puesta en escena.
La adaptación de la historia fue de Miguel Algarín, poeta y escritor; el script de Lou Delemos, escritor y productor cinematográfico; la coreografía estuvo a cargo de Juan Anduze, fundador del Ballet de San Juan; la dirección fue de Mike Cuesta, y la voz de Celia Cruz leyendo el poema de Andrés Eloy Blanco.
Los bailarines principales Héctor Jaime Mercado, actor, coreógrafo y bailarín principal en la compañía Alvin Ailey, y Brunilda Ruiz, coreógrafa y bailarina estelar en la danza neoyorquina. Se contó, además, con la colaboración de seis bailarines, el Grupo Bomba y 13 actores.
El programa para la televisión se grabó en locaciones de la ciudad de Nueva York. En el montaje coreográfico, la danza, los tambores, la poesía, la música… se toman el barrio latino; las calles, iglesias y parques y toda escultura de ángeles recibe un rostro negro incluida la escultura Angel of the Water de la reconocida Fuente de Bethesda en Central Park.
En el plano musical este es quizás uno de los trabajos más creativos y sorprendentes de Willie Colón por su calidad y por su propuesta, como si se tratara de una ópera, ópera salsera.
La obra, dividida en 12 temas, incluidas una abertura y un finale, cuenta con la presencia de maestros en la música como Milton Cardona, Alfredo de la Fe, Andy González, Barry Rogers, Lewis Khan, Víctor Paz, Luis Timbalito Romero, Bobby Porcelli, Mauricio Smith, José Mangual Jr., Yomo Toro y el gran pianista colombiano Eddie Martínez, más una orquesta de cuerdas. Todos, bajo la dirección del legendario Marty Sheller.
Angustia Maternal, el tema que abre el disco, es un corte desgarrador, con muchos silencios, distorsiones y violines incesantes que reflejan la ansiedad y la desesperanza de una madre al perder a su pequeño. Después de este trágico inicio, la obra transcurre con bastante ánimo y alegría, con sonidos caribeños de guajiras, son cubano, bomba sicá y sus combinaciones de latin jazz, funk y descargas rumberas. Así, escuchamos Camino al barrio, Son guajira del encuentro, Angelitos negros parte I, Cuatro por tres (El sueño de Juana), Acuérdate, Angelitos negros Parte II, Para los viejitos y Apartamento 21.
El álbum tiene un cierre esperanzado de celebración, casi de canto de elevación celestial, con una batucada encargada de regular la dosis de alegría, como un memorando de la superficialidad de la sonrisa. El tema se llama 8TH avenue y es subtitulado como El fin.
Editado por Fania Records, El Baquiné de los Angelitos Negros es una de las apuestas más arriesgadas de Willie Colón: un disco que, si bien incomprendido al principio en su época, ha pasado con creces la implacable prueba del tiempo y a sus 45 años es muy disfrutable.