Ciudad de México. El Electric Daisy Carnival (EDC) es una celebración total. Entre música, luces, atracciones mecánicas y escenarios que, debido a la ingeniería de su diseño, no sólo son plataformas para los artistas, sino también corredores para multitudes circulantes, jóvenes dispuestos a bailar durante horas al ritmo que aparece en todas direcciones, que procuran atuendos que los distingan, demuestren su personalidad y la manera en que ven la vida.
A la entrada del Autódromo Hermanos Rodríguez, donde se lleva a cabo el EDC México desde el viernes hasta hoy domingo, los asistentes pasan la habitual revisión de boletos, a la que se suma la del certificado de vacunación. Entre quienes entran, abundan los colores en el cabello, la ropa, el maquillaje y los letreros que cargan; muchos, de éstos, memes que aluden al covid-19, el aislamiento, el festejo e incluso la nostalgia.
Igual que la música electrónica que forma el cartel del festival este año, sus adeptos son diversos. Entre las oleadas de personas, circulan como en pasarela disfraces de personajes de caricatura, flores, aliens, conejitas y dinosaurios por igual. El camino que lleva al escenario principal –el kinteticField– está iluminado por luces de colores que culminan frente al gigantesco búho que abre sus alas, mueve los ojos, la cabeza y cambia de color, mientras la música sigue.
Hay, sobre todo, un sentimiento que se ubica entre el hartazgo y la necesidad de festejo. Por eso, para los 90 mil que acudieron el primer día “ha valido la pena el riesgo de contagio”. Las vacunas y si se pasó la enfermedad son elementos que dan suficiente confianza para concurrir al EDC, que ayer sábado reunió a 98 mil asistentes.
Por ejemplo, Sara, quien se mudó de Medellín a la Ciudad de México poco antes de la pandemia, había estado esperando vivir un encuentro musical de la magnitud del Electric Daisy Carnival. “Aunque a mucha gente en Colombia le gusta la música electrónica, hay muy pocos festivales de ese tipo allá, así que sí, ha valido la pena venir”, considera.
Igual que la bandera de ese país, entre las multitudes acumuladas frente a los espectáculos ondean las de otros, como Brasil, España, Guatemala o Costa Rica. El público baila, mueve la cabeza, salta, fuma y bebe. Antes de que el sol se oculte, la mayoría ya se ha desprendido de las mascarillas que impiden hacer lo anterior o celebrar a gritos.
Música en el pecho
Pero asistir a un espectáculo de electrónica va más allá de sólo escuchar. Además del kineticFields, siete escenarios más albergan la música de los diyéis. Nombres como circuitGROUNDS, neonGARDEN, wasteLAND, Dos Equis Stage o StereoBLOOM sugieren la temática que cada proscenio aborda. Las luces, las animaciones e incluso agua y fuego brotan junto con la música; mientras, eufórico, el público festeja cada cambio.
Conforme el día termina, en los escenarios empiezan a aparecer los primeros titulares de cartel. Entre esos sitios y los corredores, los espacios son cada vez más estrechos. El EDC pronto está repleto. Dentro de unas horas, Deadmau5, Afrojack, DJ Snake, Lil Texas y varios más ofrecerán las piezas más esperadas.
Por la naturaleza de la actividad, es posible improvisar, aspecto que los menos instruidos en electrónica agradecen, pues basta acercarse, escuchar un poco de lo que suena, percibir el ambiente y decidir si se continúa en el lugar. Alejados de los núcleos del festival, otros descansan, comen o hacen filas.
En buena medida, escuchar los sonidos del house, el techno, el trance o el dub es también sentirlos. A diferencia de otros tipos de música, la electrónica además de percibirse, se siente. La vibración de los tonos graves que salen de los altavoces no sólo llega a oídos, también retumba en el pecho.
En el mismo escenario donde Silverio baila y canta en calzones, demostrando por qué es uno de los locales favoritos, antes se presentó Empo Sinfónico, conjunto de músicos que ha sabido dar un giro a los instrumentos clásicos que tocan.
En el segundo día, el EDC es incluso más grande, con más público para festejar más. Entre los headliners destacan The Chainsmokers, Grimes (DJ set), Acrylic Rainbow, Alan Walker, Dam Dam o Purple Disco Machine.
Ante la falta de una ejecución tradicional de música, los diyéis ofrecen bailes, animaciones, efectos especiales y motivan al público. El EDC es una actividad de música electrónica, pero también celebra la diversidad, la expresión y la fiesta.