Sin lugar a duda, podemos afirmar que en todas las grandes transformaciones que ha experimentado la humanidad, la educación ha tenido un papel fundamental. No podemos olvidar que la transformación más importante de la historia fue el Renacimiento, marcado por la invención de la imprenta, lo cual hizo posible la reproducción de las obras de los grandes filósofos griegos, Pitágoras, Herodoto, Aristóteles, Platón y Tolomeo, entre otros, que al ser leídas transformaron profundamente el pensamiento europeo.
De manera similar, la gran transformación de Europa y América, durante los siglos XVIII y XIX fue consecuencia del enciclopedismo francés, que modernizo la educación, eliminando lo privilegios de la corte de Versalles, así como la esclavitud y los gobiernos absolutistas, abriendo el camino a la independencia de los pueblos de América. Si pensamos en la Revolución Mexicana ocurrida en las primeras décadas del siglo XX, no cabe duda que ésta tuvo como resultado, una profunda transformación social y económica, sustentada, en buena parte, por la creación de la Secretaría de Educación Pública, establecida específicamente para implementar las obligaciones adquiridas por el gobierno, de acuerdo con el artículo 3 de la Constitución de 1917, que establecía la obligación del Estado de proveer educación a toda la población mexicana y de manera particular a la totalidad de los niños y jóvenes.
Ciertamente, los objetivos del actual gobierno, de lograr una Cuarta Transformación (4T) responden a una necesidad fundamental, pues un siglo después de la consolidación de la Revolución Mexicana, la República está inmersa en una serie de conductas inadecuadas que es necesario corregir y que hoy incluyen a la corrupción y la violencia generalizada en el territorio nacional, mientras buena parte de nuestros jóvenes mejor preparados piensan y desean salir del país, avergonzados de su nacionalidad. Considerando que la corrupción difícilmente se podrá acabar encarcelando a algunos de los personajes más corruptos de los pasados gobiernos, así como del sector empresarial y de las bandas criminales, incluyendo a los cárteles de la droga, a los cuales se ha combatido, cuando menos los pasados 30 años, sin lograr un avance importante y a lo cual debemos agregar el problema de la pobreza, cuya solución requiere algo más que repartir dinero a los grupos más necesitados, incluyendo las becas que se otorgan a estudiantes de familias de escasos recursos.
Esta es una medida positiva que puede dar resultados en pocos años, pero valdría la pena pensar en la posibilidad de que estos estudiantes pudiesen trabajar en obras de servicio social, siguiendo el modelo del presidente Franklin Roosevelt, quien además de ayudarles económicamente, los llevó a aprender la importancia de colaborar en proyectos sociales de su país y no a recibir dádivas que los acostumbren a recibir dinero sin realizar esfuerzo alguno.
La historia nos indica que las tres transformaciones a las que hace referencia AMLO, no se hicieron en cinco o seis años, requirieron periodos más largos; por ello, sería deseable que el propio Presidente, así como el Congreso, debieran desde ahora asegurar que el próximo gobierno continúe con el proyecto actual de transformación, con líneas definidas que den prioridad a la educación; además de pensar en cuáles son los temas fundamentales que deben dar lugar a la transformación que hoy requiere nuestro país, tal como sucedió con la revolución francesa, cuyos lemas de transformación: “libertad, igualdad y fraternidad” marcaron y definieron el futuro de ese país.
En nuestro caso, seguramente son muchos los temas que debieran dar lugar a cambios importantes, de manera que la 4T sea recordada como un proceso de gran trascendencia y no sólo como un lema político más, similar a los utilizados en las campañas políticas de gobiernos anteriores, como “Arriba y adelante”, “La solución somos todos”, “Renovación moral”, etcétera, para caer después en el olvido. Seguramente muchos son lo temas que debieran formar parte de esta transformación, pero es indudable que tres son fundamentales: La erradicación de la corrupción y la minimización de la pobreza y la ignorancia, siendo la educación el único camino para lograrlo, debiendo admitir que es poco lo que se ha logrado en torno a este tema en los primeros tres años del actual gobierno.
En este contexto me permito recordar la terrible sorpresa que vivimos cuando en 2003 la OCDE publicó los resultados de la primera prueba PISA que incluía a nuestro país, comunicando que nuestros jóvenes estaban en el último lugar entre los países afiliados a esa organización en conocimientos y destrezas para las matemáticas. Grandes esfuerzos se hicieron en los siguientes años para superar el problema, sin embargo, para 2015, seguíamos entre los últimos cinco lugares, incluso debajo de diversas naciones latinoamericanas, lo cual llevó a nuestra sociedad y a los gobiernos de ese entonces a aceptar que en verdad nuestro país no tiene posibilidad alguna de superación, como sí la han tenido otros países sumidos en la pobreza y la destrucción, como Corea o Finlandia. Por ello, hoy debemos prepararnos para eliminar la corrupción, la violencia y la ignorancia, de lo contrario la Cuarta Transformación terminará siendo un fracaso, pero ello sólo será posible mediante un gran esfuerzo educativo en lo que resta del sexenio.
* Director general del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa