En la segunda mitad el siglo XX, un grupo de profesionistas, estudiantes, obreros y campesinos mexicanos, influenciados por el pensamiento de Mao Tse-Tung (1893-1976), fundador del Partido Comunista Chino, se propuso hacen una revolución democrática-popular en el país y fundaron el Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano (PRPM).
Pese a ser una de las primeras guerrillas maoístas en territorio nacional, son pocas las investigaciones que se han hecho en torno a ese movimiento que pretendía un cambio radical de la sociedad. Ahora la historia de aquella agrupación, a través de la trayectoria de su dirigente principal, Javier Fuentes Gutiérrez, “un militante duro, radical”, es tema de análisis del libro El poder viene del fusil, del historiador Uriel Velázquez Vidal.
El autor aborda desde las relaciones del PRPM (1969-1974) con China hasta su contacto con el movimiento chicano y con otras organizaciones políticas de izquierda de aquellos años “que propiamente no eran maoístas, pero que se movían en el mismo ámbito”.
En entrevista con La Jornada, el autor explica que en su libro hace un recuento del apoyo que comunistas chinos brindaron a organizaciones político-militares de nuestro país, específicamente al movimiento marxista leninista de México, además del PRPM. “Son datos que ahora están despertando el interés de muchos jóvenes interesados en la historia del pensamiento de izquierda, porque no se habían abordado antes.
“Cuando se desintegró el partido proletario, uno de los militantes, Florencio Medrano, fundó en 1973 la colonia Popular Proletaria Rubén Jaramillo, que todavía existe, en el municipio de Temixco, Morelos. Él estableció una serie de vínculos no sólo nacionales, sino internacionales con los chicanos a través del grupo de teatro Mascarones, muy solidario con las luchas de quienes se encontraban en Estados Unidos.
“La colonia terminó ocupada por el Ejército a los pocos meses y su principal dirigente salió huyendo para integrarse a la clandestinidad y dirigir una organización político militar que llamó Partido Proletario Unido de América (PPUA), manteniendo su contacto con los chicanos.
“El Ejército se mantuvo en la colonia hasta los años 80, cuando lograron desarticular la guerrilla que dirigía Medrano, a quien asesinaron en la sierra de Oaxaca en 1979. En ese momento terminó la influencia del PRPM. Toda esta información la recabé en diversos archivos, pero también de testimonios de ex militantes.”
El historiador, egresado de la maestría de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), señala que la experiencia del maoísmo en México “sigue presente, precisamente, en la colonia Rubén Jaramillo, que ya no se llama ‘proletaria’, pues hasta antes de que entrara el Ejército se estaba construyendo una solidaridad entre los habitantes.
“En la actualidad, ahí se encuentra de delegado el hermano de Florencio, quien junto con otras personas impulsa iniciativas de memoria para recuperar los orígenes de la colonia, por medio de murales en los que plasman escenas de la lucha que aquellos años.”
El maoísmo enseñó, entre otros aspectos, “el trabajo de masas encaminado a la creación de sus bases de apoyo y de un gran frente que pretendía agrupar a la mayoría de la población; también mostró el modelo de la guerra popular prolongada y consideró a la Unión Soviética como el país socialimperialista, y a los integrantes del Partido Comunista como revisionistas; es decir, contrarios a la revolución.
“El maoísmo reivindicó una etapa conocida como nueva democracia que sería la liberación de los pueblos, pero también quiso enseñar un principio moral que tenía que ver con servir al pueblo. Cuando a finales de los años 40 triunfó la Revolución China, hubo noticias de ello en los órganos de información del Partido Comunista Mexicano, como El Machete, y fue Vicente Lombardo Toledano la figura importante para la difusión del maoísmo.”
“Al desarticularse el PRPM y el PPUA, “no se desvanecieron las expresiones armadas inspiradas en la revolución china, ya que aparecieron en otras latitudes de Latinoamérica guerrillas maoístas como Sendero Luminoso, en Perú, o el Ejército Popular de Liberación, en Colombia, que también intentaron llevar a cabo la idea de Mao: ‘El poder viene del fusil’.
“En México algunas corrientes terminaron adheridas a grupos políticos como el Partido del Trabajo o el de la Revolución Democrática, y muchas más continuaron en la lucha social, como la Coordinadora Nacional Plan de Ayala o la CNTE.
“Hay continuidad en aquellos proyectos políticos que siguen en pie, quizá ya no con la misma idea con la que surgieron, pero se siguen reivindicando luchas pasadas e ideas como la de servir al pueblo”, concluye el investigador.
El libro El poder viene del fusil: el Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano y su legado en el movimiento maoísta, 1969-1979, se presenta hoy a las 12 horas en el salón Venustiano Carranza del Centro Cultural Los Pinos.
Participan el coordinador de Opinión de este diario, Luis Hernández Navarro, Yair Balam Vázquez Camacho y el autor. Transmisión a través de la página de Facebook del Premio Nacional Carlos Montemayor: www.facebook.com/premionacional.carlosmontemayor.7 y en el Canal 02 Premio Nacional Carlos Montemayor de YouTube: https://www.youtube.com/channel/UCSQ1_ym3hIlEyPS6Sch8h-A/featured