“¡Empezó la guerra!” Eso fue lo primero que Ismael, mexicano residente en Ucrania, escuchó la madrugada de ayer al atender el teléfono. Al otro lado de la línea estaba su suegro, ucranio, que vive en el este de aquel país, justo por donde entraron las tropas rusas.
Ismael y su esposa viven en Kiev. Han decidido no salir por el momento de la capital ucrania, su proyecto de vida está ahí y aún no pierden la esperanza de luchar por mantenerlo, pese a que los ataques están ya muy cerca.
“A pesar de la situación, hemos decidido quedarnos por el momento en nuestro departamento. No sabemos qué pueda pasar y sólo nos iríamos si las cosas empeoran. No es fácil abandonarlo todo y dejar tu vida aquí”, cuenta en entrevista con La Jornada el mexicano, quien desde hace ocho años vive en Ucrania, una nación que le ha dado mucho.
De 39 años de edad, Ismael Torrentera, oriundo de Tlaxcala, vive con su esposa de 27 años y su sobrina mexicana de 29. Ella también tiene un trabajo en Ucrania y ahora ven el riesgo de truncar sus proyectos.
“En la madrugada escuchamos las explosiones y nos entró el miedo, si bien no es tan fuerte, no imaginé estar en una situación como esta. Por primera vez en mi vida oí una sirena de bombardeos, algo que sólo conocía por las películas o las series. No sabes qué hacer”.
Desde México, dice, su familia ha estado al pendiente y desde ayer tienen constante comunicación, pues están muy preocupados. “Les explico que la situación no es muy delicada, pero por supuesto que tenemos temor”.
Ismael vive cerca del aeropuerto más grande de la capital ucrania: Boryspol, en una de las avenidas principales para ingresar a Kiev. Eso le ha permitido ver vehículos y tanques militares, además de escuchar aviones. “Las rutas aéreas están cerradas, suponemos que son naves militares, no sabemos si rusas o ucranias, eso provoca miedo”.
Sabe que el refugio más socorrido de la capital son las estaciones del Metro, pues están a profundidades de más de 50 metros. “Nos han dicho que esos son los puntos para resguardarse. Muchos ya desde hoy fueron para allá. Nosotros preferimos estar en casa, conservar por el momento nuestro patrimonio y comprar los enseres necesarios”.
Alex Ricalday, oriundo de Tamaulipas, y su esposa embarazada de seis meses optaron por otro rumbo. En cuanto iniciaron los bombardeos tomaron su auto con rumbo al oeste. “Queremos cruzar a Polonia a como dé lugar”.
Desde hace dos años llegó a Ucrania y a sus 36 de edad la vida le ha cambiado. “Nuestra vida estaba aquí y hoy debemos huir”, relata mientras viaja en auto rumbo a la ciudad de Lviv, al oeste, lejos de la zona de conflicto.
El camino ha sido largo. Habitualmente, afirma, son de cinco a seis horas de camino, pero ante el horror y desesperación de la gente llevaban 12 horas atorados en el tránsito y su destino aún estaba muy lejos.
“En la madrugada estábamos en shock. Intentamos hacer lo que pudimos, empacar lo necesario. Queremos llegar a Polonia como sea y luego no sabemos. Definiremos los siguientes pasos. Todo ha sido muy rápido. Uno tiene un proyecto de vida, planes en el lugar que ha elegido estar, y por conflictos ajenos debes renunciar. Lo único que hoy importa es terminar el embarazo en otro país. Puede ser Polonia, quizás viajemos a México”.