En la población mexicana las creencias y ritos, las representaciones, así como las prácticas religiosas tienen una presencia concreta e histórica cargada en su mayoría hacia linajes de raíz judeo-cristiana. En las últimas décadas se han diversificado las adscripciones religiosas y, al mismo tiempo, se presenta con mayor fuerza la secularización, proceso a través del cual la religión deja de ser el centro de la organización social.
Respecto de la religión, en el Censo de Población y Vivienda 2020, el Inegi tuvo el acierto de hacer una pregunta de respuesta abierta en que el entrevistador tenía la instrucción de registrar textualmente lo declarado por el informante. Se preguntó: ¿cuál es la religión de...? Y se anotaron textualmente las palabras del informante, a partir de las cuales fue posible definir nuevas categorías, como: creyente sin adscripción religiosa, religión con raíces étnicas o afro, espiritualista.
Con base en los resultados de ese ejercicio, la actuaria Carole Schmitz, quien es directora general adjunta del Censo de Población y Vivienda del Inegi, presentó ante el Consejo Consultivo Ciudadano para la Política de Población estimaciones que nos permiten conocer algunos cambios en la adscripción religiosa de nuestra población.
Respecto del censo de 2010, en 2020 resalta el aumento de 3.7 puntos porcentuales de protestantes, cristianos y evangélicos, de 7.5 a 11.2 por ciento; así como el decremento de cinco puntos en quienes se adscriben católicos, que pasó de 82.7 a 77.7 por ciento. Llama también la atención el aumento de personas sin religión, que pasaron de 4.7 a 8.1 por ciento, suman ya 10 millones 211 mil 52 las personas sin religión. Sin comparativo anterior, 2.5 por ciento de habitantes se identifican como creyentes sin adscripción religiosa, más de 3 millones. El resto de grupos revela la diversidad religiosa: se adscriben como judaicas 58 mil 876 personas; en religiones con raíces afro 40 mil 799, y con raíces étnicas 33 mil 372; además de 36 mil 764 espiritualistas y 7 mil 982 como islámicos.
Las entidades con mayor población católica son Zacatecas, Guanajuato, Michoacán y Jalisco (92.3, 90.8, 89.3 y 89.2 por ciento, respectivamente). Con menos católicos se encuentran Chiapas, Quintana Roo, Campeche, Baja California y Tabasco (53.9, 54.7, 60.1 y 62 y 62.2 por ciento, respectivamente). El mayor porcentaje de personas que declaran pertenecer al grupo religioso protestante-cristiano-evangélico es de Chiapas, con 32.4 por ciento. Le siguen Tabasco, Campeche y Quintana Roo. Guanajuato, Zacatecas y Jalisco son entidades con menor porcentaje protestantes (4.1, 4.6 y 4.7 por ciento, respectivamente).
De acuerdo con el Censo 2020, en siete entidades mexicanas se concentra 51.2 por ciento de la población sin religión, éstas son: estado de México, Ciudad de México, Baja California, Chiapas, Veracruz, Nuevo León y Chihuahua. Entre los 7 millones 364 mil 645 hablantes de lengua indígena, 70.5 por ciento son católicos, 21 por ciento son protestantes y evangélicos, 7.9 por ciento se declaran sin religión (5.3 por ciento lo hicieron en 2010) y 0.5 de otras religiones.
En cuanto a la situación conyugal se declaran casados 46.8 por ciento de los judaicos, 41.5 por ciento de los protestantes, 36 por ciento de los católicos y 24 por ciento de quienes no tienen religión. Viven en unión libre 43.4 por ciento de quienes se adscriben a religiones de raíces étnicas (práctica ancestral en quienes pertenecen a zonas rurales y pueblos originarios), 26 por ciento de quienes no tienen religión, 17.9 por ciento de católicos, 14.3 por ciento de protestantes y 8.3 por ciento de judaicos (en las nuevas generaciones el matrimonio va en decremento y las uniones libres crecieron 17 puntos porcentuales en 10 años, según la Enadid, 2018). El divorcio y la separación son prácticas minoritarias en México; respectivamente, lo reportan 4.6 y 3 por ciento de judaicos; 2.5 y 6 por ciento de los sin religión; 1.9 y 5 por ciento de católicos; 2.1 y 4.9 de protestantes, 0.6 y 3.4 por ciento de quienes se adscriben a religiones étnicas.
El trabajo es más amplio de lo que aquí puedo reportar. Se trata de estimaciones muy valiosas que más tarde podrían enriquecerse con cruces o correlaciones con respecto al sexo del informante, así como con la relación de la adscripción religiosa con el estrato socioeconómico de pertenencia, para lo cual la autora ya avanza importantes aproximaciones.
Decía Durkheim que las necesidades de la existencia nos obligan a todos, creyentes e incrédulos, a representarnos de alguna manera esas cosas en medio de las cuales vivimos, sobre las cuales tenemos que formular juicios y que debemos tener en cuenta en nuestra conducta. Se trata del esfuerzo para concebir lo inconcebible, para expresar lo inexplicable.
* Secretaria general del Conapo
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