Ciudad Juárez, Chih. Los tarahumaras Carlos Eduardo Lara González y Rogelio Aguirre López, de 18 y 20 años de edad, vivieron juntos durante tres años sin problemas; hace 15 días decidieron ser la primera pareja de esa etnia en casarse en todo el estado, pero a partir de entonces comenzaron a ser objeto de discriminación y recriminaciones.
Los más fuertes críticos de su relación, dijeron, son los rarámuris debido principalmente a sus preferencias sexuales y por no usar completamente la vestimenta tradicional, ya que combinan la camisa tradicional u otra prenda característica de su comunidad y un pantalón de mezclilla, en vez del calzón de manta que utiliza este grupo étnico con alta presencia en la sierra, en la capital del estado y en Ciudad Juárez.
Rogelio recordó que desde la secundaria fue discriminado por sus compañeros y maestros que le decían “joto, maricón o marica, y eso me hizo ser fuerte porque fue mi familia, mi madre y mis tías (quienes) han estado en todo momento apoyándome”.
Carlos vivió una historia similar y ambos decidieron emigrar a la ciudad de Chihuahua, donde actualmente viven, para evitar esos señalamientos. Rogelio estudia en la Universidad Autónoma de Chihuahua la carrera de Derecho, mientras que Carlos ejerce su profesión de enfermero.
Rogelio recuerda que tuvieron su primer contacto por redes sociales, posteriormente decidieron entablar una plática personal y de ahí surgió el amor, entonces optaron por vivir juntos hasta unir legalmente sus vidas. “Llevábamos tres años viviendo juntos en un departamento y entonces buscamos el amor universal. Es lo mismo, simplemente hay que cortar la brecha de discriminación en la sociedad”, agregó.
A principios de febrero se unieron en matrimonio igualitario ante el Registro Civil de la ciudad de Chihuahua. Firmaron el acta en compañía de sus padrinos y testigos.
Desde entonces se intensificó el acoso: integrantes de su comunidad los siguen llamando jotos, niñas y “otros calificativos a los que no les hacemos caso para no caer en la provocación”.
Señalan que entre los tarahumaras sí existen gays pero la mayoría oculta sus preferencias sexuales por miedo a sus familiares y amigos que los pueden expulsar de sus comunidades.