Es un honor vivir en Palacio Nacional porque “es la historia”, en sus salones y pasillos “siempre reflexiono, camino, pienso”, resumió el presidente Andrés Manuel López Obrador mientras andaba, rodeado de reporteras y reporteros e integrantes de redes sociales, a quienes dio una improvisada visita guiada por los espacios del recinto.
Un día antes se comprometió con los asiduos a sus conferencias de prensa, a visitar el área que ocupaba el Estado Mayor Presidencial en el inmueble, donde se distribuyeron tres salas y un salón.
Así lo hizo. Sin ayuda se encargó de la visita, observado a la distancia por su vocero, Jesús Ramírez. “Esta (sala) es donde nos reunimos desde las seis de la mañana todo el gabinete de seguridad; ahí se sienta Rosa Icela (Rodríguez), y aquí tomamos decisiones. En estas pantallas vemos fotografías y videos, y aquí (señaló una televisión) vemos cosas fuertes”.
En su andar, se le preguntó por el momento más difícil en tres años ocupando la presidencia, y repuso: “Lo más difícil de mi gobierno, Tlahuelilpan fue lo que he sufrido más. Estaba en Aguascalientes y me trasladé a Tlahuelilpan en la madrugada, y fue muy triste, eso fue muy doloroso”.
El de ayer fue el momento de mayor cercanía de los reporteros con el tabasqueño. Casi le rozaban hombro con hombro, los fotógrafos y camarógrafos se disputaban el mejor ángulo. Un reportero le inquirió, ¿ha dado algún manotazo?, y la respuesta fue una sonrisa con el complemento: “no hace falta.”
Así siguió, mostró copia de un ejemplar de El Hijo del Ahuizote; la pintura La Ola Roja, de Joaquín Clausell; los retratos de Elena Garro, Valentín Campa, Josefina Vicens, José Revueltas, Othón Salazar, Génaro Vázquez, Javier Barros Sierra, Griselda Álvarez, Fernando del Paso, Salvador Nava, Demetrio Vallejo, Hugo Gutiérrez Vega, Heberto Castillo, Carlos Monsiváis, José María Pérez Gay, Julio Scherer, Jaime Avilés, y dos piezas de Raúl Anguiano.
También mostró lo “único que vino de los Pinos, esta silla –con el escudo nacional labrado en el respaldo de madera–“y abrió paso al Salón Rosa, al comedor, y de ahí a su despacho. Los fotógrafos, por supuesto le pidieron se sentara en la silla y lo hizo gustoso, “este es mi despacho, ese retrato (de Benito Juárez) que le trajo de regalo el presidente Kennedy al mandatario López Mateos; esto es el acta que me dieron cuando ganamos la elección, esta es legal y es legítima, (sonrió) no es espuria”.
También respondió que aún no decide qué pintor le hará su retrato. Y al inquirirle si le gusta vivir en ese sitio, fue claridoso, pues “es un honor, porque es la historia, no es lo mejor para la familia, porque, aunque vivimos en un departamento de aquí, de todas maneras no es lo mismo que una casa para Jesús (su hijo menor).”
Así, repuso al final del recorrido donde se prodigó en conocimientos de Palacio Nacional: “me siento satisfecho, creo que se sentaron las bases, sobre todo cambió la mentalidad del pueblo de México”.