Iberdrola, la principal empresa eléctrica de España y con ramificaciones en varios países, incluido México, anunció ayer que durante 2021 logró resultados históricos, con un beneficio neto récord de 3 mil 885 millones de euros (93 mil 250 millones de pesos). En sus previsiones para el próximo año, durante el cual se esperan altos precios de la electricidad y los hidrocarburos, la compañía cuenta con superar 4 mil 200 millones de euros de ganancias. En un comunicado de prensa, el presidente del grupo español, Ignacio Galán, aseguró que “estos resultados reflejan el éxito de un modelo sostenible y nos animan a seguir trabajando hacia una economía baja en carbono”, y rechazó los intentos gubernamentales para controlar las alzas irracionales de precios, pues “este tipo de herramientas terminan perjudicando tanto a clientes como a empresas y ciudadanos”.
Las declaraciones del directivo son muestra del cinismo con que se conduce la multinacional. Basta con recordar que esta misma semana la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, calificó de “escandaloso” que Iberdrola vaciara dos embalses en las provincias de Zamora y Cáceres para beneficiarse con la venta de energía durante julio y agosto de 2021.
Según informó la también vicepresidenta tercera, la compañía se escuda tras cláusulas de concesión que no prevén caudales mínimos en las presas, sino un volumen de agua concesionada, con lo que dejó sin este recurso a los pobladores y ocasionó pérdidas a los sectores agrícola y turístico. En agosto del año pasado ya se había informado que Iberdrola y Naturgy vaciaron pantanos de la comunidad autónoma de Galicia con el propósito de lucrar con un esquema perverso que fija el precio por subasta, pero no para ofertar a los consumidores el precio más bajo, sino para permitir a la industria vender al más alto ofrecido en el pool. Así, al descargar los embalses estas empresas generaron energía a precio bajo para vender a los importes inflados por los costos internacionales del gas natural, con un costo ecológico y social que nada tiene que ver con la sostenibilidad de que presume.
Lo más ofensivo para los habitantes de España y de otras naciones donde opera Iberdrola es que sus ganancias récord se dieron en sincronía con un alza descontrolada de los precios de la electricidad. En enero del año pasado se consideraba preocupante que hubieran alcanzado 50 euros el megavatio hora (MWh), pero en julio ya se habían duplicado y en diciembre rebasaron 300 euros (7 mil 200 pesos), costo inmanejable para millones de usuarios. La empresa con sede en Bilbao y otras del sector culparon de la escalada a los precios del gas natural, cuando la lógica indica que un alza en el costo de sus insumos debió haber afectado sus ganancias, pero, en cambio, éstas no cesaron de aumentar. La realidad es que mientras la compañía obtuvo más rendimientos que nunca, los ciudadanos sufrieron para pagar sus recibos, y no pocos cayeron en la denominada pobreza energética: la incapacidad para sufragar el costo de realizar tareas esenciales que requieren electricidad, como utilizar la calefacción o el horno.
La misma decisión de presentar sus resultados anuales mediante un comunicado y no en una conferencia, como es habitual, constituye un reflejo de los numerosos problemas judiciales que la multinacional tiene abiertos en su país de origen por prácticas ilegales de espionaje y coacción perpetradas contra empresas competidoras, líderes políticos, periodistas y activistas en defensa del medio ambiente que cuestionaban sus proyectos en áreas protegidas. En suma, toda la evidencia indica que la intervención gubernamental no sólo es apropiada, sino necesaria y urgente para poner freno a los abusos y despropósitos cometidos por las compañías libradas a su arbitrio, máxime cuando se trata de aquellas que operan en sectores estratégicos de la economía.