Contar con nueva tecnología y realizar otro análisis podría contrarrestar los argumentos en los que se basa Austria con el fin de afirmar que el penacho de Moctezuma es demasiado frágil para realizar un viaje trasatlántico hacia México, en especial en avión, debido a la vibración, consideró el arqueólogo Daniel Salinas Córdova, especialista en patrimonio.
En entrevista con La Jornada, el historiador explicó que los análisis realizados en 2012 a la pieza que desde hace cuatro siglos se encuentra en Europa, hoy exhibida en el Museo Etnográfico de Viena, determinó que las plumas de quetzal, engarzadas en oro, sufrirían “daños irreparables” si se decidiera realizar un traslado largo.
En aquel primer estudio de hace casi 10 años participaron restauradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia y de Austria, quienes aseguraron que los discos en oro que sujetan las plumas, al tener filos irregulares, las cortarían si se le sometiera a vibración, además de que las varillas donde estas se despliegan presentan varias fracturas, por lo que el movimiento prácticamente lo deshilacharía.
“Sería necesario un estuche a prueba de vibraciones, hecho específicamente para el penacho, para que éste pudiera volar. ¿El problema?, según los cálculos matemáticos es que dicho estuche sólo cabría en un enorme avión de 300 metros de largo por 50 de alto.
“Este argumento técnico es fuerte, y la respuesta tanto del museo como de las autoridades austriacas no es la más dispuesta para regresarlo. Ellos siguen con la idea de que colaboran al dejar entrar a los mexicanos gratis y que es un patrimonio compartido. En caso de que llegaran a aceptar tendría que solventarse el problema técnico con la participación de conservadores e incluso ingenieros para encontrar la forma de moverlo sin dañarse”, dijo Salinas Córdova.
El arqueólogo comparte la opinión que hace unos días dio Pierre Losson, profesor de la Universidad de Columbia en Nueva York y autor del libro El retorno del patrimonio cultural a América Latina: “el penacho de Moctezuma tiene un uso político muy fuerte en ambos países. Es un símbolo de un nacionalismo que apela a un patrimonio que fue retirado de un país y para los gobiernos es muy útil hasta cierto punto que esté en Europa, porque se puede seguir exigiendo que se regrese y así apelar a ese senti-do nacionalista.
“Políticamente hablando es más conveniente que se quede fuera del país. Esto es algo importante de tener en cuenta cuando se discute el tema, porque desde 2020 la solicitud del gobierno mexicano ha sido que se le preste, ni siquiera que se devuelva, que sería lo deseable. Se quería traer el penacho para la exposición La Grandeza de México, y luego regresarlo a Austria. Esto es preocupante, pues sentaría un precedente sobre su propiedad.”
El historiador puntualizó que aquella idea de que los austriacos no le quisieron prestar a Maximiliano de Habsburgo el penacho cuando este fue emperador de México, “no tiene ninguna base histórica”.
Detalló que el gobernante sí estuvo involucrado en el retorno de antigüedades mexicanas durante su breve tiempo en el país, e incluso “cuando llegó de Europa trajo consigo un escudo chimalli emplumado mexica que ahora se exhibe en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec.
“También trató de repatriar de Bruselas a México un manto de plu-mas conocido como el ‘manto de Moctezuma’. Su intento no dio frutos, y qué bueno, pues ya en el siglo XX estudios determinaron que esa capa emplumada en realidad procede de los Tupinambá de Brasil.
“Sin embargo, Maximiliano no tuvo nada que ver con el penacho que se encuentra en Viena. Para el momento en que reinó en México (1864-1867), la pieza aún no había sido redescubierta por el curador Ferdinand von Hochstetter; estaba arrumbada en las viejas colecciones imperiales del palacio Belvedere.
“Hasta donde logré averiguar, la idea de que se le negó a Maximilia-no el regreso del penacho de Moctezuma tiene su origen en la novela histórica de Fernando del Paso Noticias del Imperio, la cual está muy bien documentada, pero no deja de ser una novela, una ficción. En ninguna de las investigaciones académicas sobre el penacho he visto mención a lo que Del Paso narra en su libro, lo cual, desgraciadamente, es muy reproducido por los medios. Estaría bien ver si algún especialista en el Segundo Imperio sabe algo más al respecto”, concluyó el arqueólogo mexicano, quien tiene una maestría en investigación en arqueología y patrimonio por la Universidad de Leiden, Países Bajos.