París. El reinado de los dinosaurios sobre la Tierra acabó con el impacto de un meteorito hace unos 65 millones de años, en el actual Yucatán, fenómeno ocurrido durante la primavera boreal, según un estudio publicado ayer en Nature.
En un día de primavera los peces espátula y los esturiones nadaban en un río que serpenteaba a través de un floreciente paisaje poblado por poderosos dinosaurios y pequeños mamíferos en el extremo suroeste de Dakota del Norte. Ese día la muerte vino de arriba.
Los científicos señalaron ayer que los fósiles de peces bien conservados desenterrados en el sitio proporcionan una comprensión más profunda de uno de los peores días en la vida en la Tierra.
La subsiguiente extinción masiva eliminó unas tres cuartas partes de las especies de la Tierra y preparó el terreno para que los mamíferos –incluidos los humanos– se convirtieran en dominantes.
El impacto que creó el cráter de Chicxulub provocó catástrofes que desembocaron en un cambio climático dramático.
Esa extinción masiva sigue desconcertando a los científicos, ya que fue una de las más selectivas de la historia de la vida: desaparecieron todos los dinosaurios no avianos, los pterosaurios, los ammonites y la mayoría de los reptiles marinos, pero sobrevivieron mamíferos, aves, cocodrilos y tortugas.
No se podrá conocer nunca el año exacto en que ocurrió ese fenómeno, pero un equipo de científicos liderados por Melanie During, de la Facultad de Ciencias de la Universidad libre de Ámsterdam, y Denis Voeten, de la Universidad de Uppsala, Suecia, elaboraron tras años de investigación una cronología horaria de esa gran extinción, la quinta que sufrió el planeta.
En general, se sabe que los organismos que estaban expuestos morían prácticamente de inmediato. Así que los que se refugiaban en cuevas o madrigueras porque estaban hibernando tenían muchas más probabilidades de sobrevivir en el Paleógeno.
El sitio arqueológico de Tanis, en Dakota del Norte, es clave para esa teoría. En ese lugar se encuentran los restos fósiles de numerosos animales que fueron englutidos por un seiche, especie de marejada, según el estudio. Éste ocurre en espacios acuáticos cerrados o semicerrados, cuando un hecho externo, como el viento o un sismo, mece las aguas.
El fenómeno ocurrió unas decenas de minutos después del impacto del meteorito. La onda de choque atravesó casi 3 mil kilómetros y levantó gigantescas olas en el Mar Interior Occidental, que en esa época atravesaba la actual América de norte a sur.
Los científicos estudiaron los fósiles de tres esturiones y tres peces espátula procedentes de Tanis, mediante un análisis tomográfico de rayos X de alta resolución en el Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón de Grenoble.
Primero comprobaron que los peces murieron efectivamente durante ese seiche.
Mientras el agua se levantaba y devastaba todo a su paso, del cielo caía una lluvia de arena vitrificada, provocada por el enorme calor del impacto.
Los peces “estaban vivos y alimentándose cuando ocurrió el impacto, en los últimos minutos del Cretáceo”, explica el informe.
Murieron “entre 15 y 30 minutos” después del choque del meteorito, según During. “La señal de isótopos de carbono en el registro de crecimiento de este desafortunado pez espátula confirma que la temporada de alimentación aún no había llegado al clímax: la muerte llegó en primavera”.
Según los científicos, los hallazgos ayudarán a futuras investigaciones sobre la selectividad de la extinción masiva: en el hemisferio norte, era primavera y, por tanto, los ciclos de reproducción de los organismos estaban comenzando, para luego detenerse abruptamente. En cambio, en el hemisferio sur era otoño y muchos organismos se preparaban para el invierno.