Nueva York. Hace un año, cuando una tormenta invernal reveló las fallas del sistema privado de electricidad de Texas provocando un apagón que afectó a millones y causó decenas de muertes, el senador Ted Cruz huyó de su estado a Cancún con su familia, sólo regresó cuando fue descubierto y se justificó diciendo que como “buen padre” fue a dejar a sus hijas –les echó la culpa– con la intención de regresar de inmediato y, finalmente, entre una lluvia de críticas, burlas, memes y algunos bautizándolo como “Cancun Cruz” (mientras otros denunciaron que abandonó hasta a su perro Snowflake en la casa), fue obligado a admitir que “fue un error”.
No fue la primera vez que huyó o mintió ante otro tipo de tormentas. Ted Cruz es generalmente considerado como el senador más despreciado y ridiculizado entre sus otros 99 colegas, tal vez entre los políticos menos talentosos en manipular la verdad, y aunque intenta mantener un perfil alto, hoy día carece de poder por ser parte de la minoría republicana en la cámara alta; lo máximo que puede hacer son declaraciones y servir de obstáculo para las iniciativas demócratas.
Sus comentarios recientes criticando al gobierno de México durante una audiencia en el Senado se convirtieron en noticia y tema de debate nacional en México, pero no fueron registrados por ningún medio nacional aquí, y pasaron desapercibidos en los circuitos políticos estadunidenses, como es el caso en la mayoría de sus intervenciones en el debate nacional.
Su poder político depende en gran medida sólo sobre su lealtad con la figura pública que más insultó a su familia, y quien le puso el apodo de Lyin’ Ted (Ted el mentiroso) durante la campaña presidencial de 2016, Donald Trump.
En las primarias republicanas de 2016, la pugna entre los dos precandidatos, Trump y Cruz, fue particularmente callejera y personal. El magnate repetía que “Cruz es un hipócrita total” y “es el mentiroso más grande con el que me he topado en la vida… Él miente sobre todo”. Trump llegó a declarar que el padre cubano de Cruz “estaba con Lee Harvey Oswald antes de que Oswald, saben, fue tiroteado”, insinuando que tenía algo que ver con el asesinato de John F. Kennedy.
Cruz respondió en varios momentos, declarando que Trump era un “mentiroso patológico”, y lo calificó de “inestable” y hasta sugirió que podría tener vínculos con la mafia.
Después se pelearon sobre sus esposas, con aliados de Cruz circulando una foto semidesnuda de la próxima primera dama y Trump enviando una foto fea de la esposa de su contrincante.
Aunque Cruz rehusó respaldar a Trump al llegar a la Convención Nacional Republicana, pocas semanas después pareció perdonar sus insultos a su padre y a su esposa, y desde entonces ha sido un fiel defensor y aliado del presidente.
En 2018, Cruz invitó a Trump a Texas para apoyar su relección. “Ya no es lyin’ Ted, ahora es el bello Ted”, declaró Trump.
Durante 2021 y hasta la fecha Cruz promovió la versión falsa de Trump sobre el “fraude electoral” en las elecciones presidenciales del 2020, algo con que se justificó el asalto sobre el Capitolio hace poco más de un año, aunque el senador rehusa aceptar alguna responsabilidad por ese incidente.
Sus colegas republicanos en el Senado no esconden su desprecio desde que llegó a ese club exclusivo. En su primer sexenio como senador, su colega John McCain lo calificó de “ave loca”, y Lindsey Graham lamentó que tener que escoger entre Cruz y Trump como candidatos de su partido “es mucho como optar entre que te peguen un balazo o que te envenenen: creo que tienes el mismo resultado” (Graham se subordinó, igual que Cruz, a Trump cuando éste ganó la nominación y hasta la fecha).
El ex presidente de la cámara baja, el republicano John Boehner lo calificó de “Lucifer encarnado”. El entonces senador demócrata Al Franken comentó: “ustedes tienen que entender que yo quiero más a Ted Cruz que mis colegas. Y yo odio a Ted Cruz”.
De cierta manera, todo este repudio de sus propios colegas beneficiaba a Cruz porque se presentó para candidato al Senado en 2012 como un tipo populista derechista antiélite al surfear la ola del movimiento insurgente Tea Party dentro del Partido Republicano. Todo a pesar de que había obtenido una educación élite en la Universidad de Princeton y la escuela de leyes de Harvard.
Lejos de ser un “insurgente”, en su relección en 2018, Cruz fue el senador más beneficiado por agrupaciones proarmas, la industria petrolera, industria militar, el lobby sionista y aerolíneas, entre otras.
Niega que el cambio climático sea resultado de actividad humana, descarriló la reforma migratoria, defensor del llamado derecho a las armas, se opone al aborto y al matrimonio gay y favorece la pena de muerte.
Cruz, cuyo nombre real es Rafael Edward, es hijo de Rafael Cruz, cubano que huyó de la isla en 1957. Según cuentan ambos, el padre formó parte de la resistencia rebelde contra Fulgencio Batista, versión cuestionada por sus propios contemporáneos en Cuba, por ejemplo la parte donde supuestamente estaba a lado de Frank Pais horas antes de su muerte, cuando en verdad el héroe fue asesinado meses antes y en otro lugar.
Cruz y sus asesores han acusado a periodistas de ser “irresponsables” por atreverse a creer la versión de “oficiales comunistas” en lugar de la del senador y su padre, quien se ha autonombrado “pastor”.
Mientras tanto, el 18 de febrero, primer aniversario de su gran escape a un país al que deseaba imponerle un muro con su amigo Trump, no faltaron las bromas sobre “Cancun Cruz”.