Ciudad de México. El investigador y epigrafista ruso (1922-1999) estableció en los años 50 las bases del desciframiento de la escritura jeroglífica maya, para ofrecer al mundo por primera vez la posibilidad de acceder a la dimensión cultural de sus antiguos textos. Con autorización de la editorial Akal publicamos un fragmento de la biografía escrita por Galina Ershova, quien relata la vida de este genio, cuyos aportes siguen vigentes.
Etapas del desciframiento
Para empezar, Knórosov necesitaba resolver formalmente uno de los problemas principales: ¿En qué idioma están escritos los textos jeroglíficos de los códices Los datos iniciales, tales como las conclusiones de los investigadores del siglo XIX y el manuscrito de Diego de Landa, no dejaban lugar a dudas que la de los códices era la lengua maya. Pero, ¿la lengua maya de qué tiempos? Todos entienden que la lengua maya, igual que cualquier otra lengua, tiene su propio desarrollo histórico. La lengua maya moderna se diferencia de la lengua de los primeros siglos de nuestra era como el italiano se diferencia del latín.
Y entonces Knórosov estructura la evolución histórica de la lengua maya de Yucatán en correlación, desde luego, con otras regiones de presencia maya:
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El maya arcaico: existió en el periodo de surgimiento de la escritura jeroglífica;
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El maya antiguo: el idioma del Periodo Clásico, cuando fue escrita la mayoría de los textos. Aquí ya hay que tomar en cuenta también las particularidades regionales.
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El maya viejo: es el idioma que ha recibido a los europeos y ha sido influido por la lengua española. Principalmente, en el área del léxico.
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El maya nuevo: es la lengua del periodo colonial.
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El maya moderno: el idioma cuya forma se remonta al siglo XIX. Existen más de 30 lenguas que pertenecen a la gran familia lingüística maya actual. Cada una de ellas tiene sus particularidades.
Además, era evidente que la región donde vivían los diferentes grupos de mayas, igual que las distribuciones de la escritura jeroglífica, era bastante amplia. Knórosov tomó una decisión: dado que el desciframiento se realizó con base en los textos de los códices de procedencia yucateca, y Landa y la mayoría de los diccionarios también describen la variante yucateca del idioma, entonces, para proporcionar los materiales del desciframiento, también se usará el maya yucateco.
La definición del tipo de escritura era el siguiente momento importante. Aquí es donde inició la “contaduría”.
La primera condición, sin la que es imposible realizar el desciframiento de una escritura desconocida, es la presencia de un texto suficientemente voluminoso con una gran cantidad de signos. Había tres códices mayas que provenían de una sola región: la península de Yucatán. Los tres eran aproximadamente del mismo periodo (siglos XIII-XVI).
El Códice de Dresde es una tira de papel indígena con una longitud total de 3.5 metros, con un alto de página de 20.5 centímetros. Son 39 hojas dobladas en pliegue en forma de acordeón. El códice fue creado antes del siglo XIII en Yucatán; de ahí fue llevado a España para ser entregado al emperador Carlos V, entre otros obsequios. Más tarde, nuevamente sirvió de obsequio pero ya de parte de Carlos V. El regalo se fue a Viena, donde en 1739 un individuo desconocido se lo vendió al bibliotecario Johann Cristian Götze para la Biblioteca Real de Dresde, En 1828, Alexander von Humboldt publicó por primera vez cinco páginas de este códice mexicano. Y desde aquel momento los lingüistas comenzaron a interesarse por los jeroglíficos mayas, tratando de descifrar esa escritura desconocida. Entre 1831 y 1848, el inglés Lord Kingsborough intentó la publicación completa del Códice de Dresde, pero la idea resultó ser tan costosa que el pobre Lord terminó su vida en una prisión para deudores. Debido al bombardeo sin sentido de Dresde realizado por los ingleses a finales de la Segunda Guerra Mundial, el códice sufrió daños. Se humedeció en un sótano inundado, por lo que las tintas quedaron borrosas o se marcaron en las páginas vecinas. El Códice de Dresde recibió la reunificación de Alemania en la Biblioteca Regional Sajona.
El Códice de París es una tira de papel indígena con una longitud total de 1.45 metros y de 12 centímetros de altura. Son 11 hojas. Las primeras páginas, para el momento de su hallazgo, ya estaban completamente borradas. El códice se remonta al periodo de gobierno de la dinastía Cocom en Yucatán, lo cual corresponde a los siglos XIII-XV. En 1832, fue adquirida por la Biblioteca Nacional de Francia, donde se conserva hasta la actualidad. Es increíble, pero incluso hasta el año 1859 el inestimable documento estuvo tirado entre otros papeles “innecesarios” en un cesto donde lo encontró el lingüista León de Rosny, que involuntariamente se convirtió en uno de los primeros investigadores de la escritura maya. También fue quien publicó el códice en 1872. Y, ya en el siglo XX, hubo incluso un intento de robo.
El Códice de Madrid fue escrito después del siglo XV. Consta de dos fragmentos de papel indígena con una altura de 13 centímetros, sin comienzo ni fin; la longitud de la tira es de 7.15 metros. Son 56 hojas. La primera parte fue adquirida en la región española de Extremadura por José Ignacio Miró en 1875. Había una suposición de que el códice le perteneció al conquistador de México Hernán Cortés; por eso mismo obtuvo el nombre de Códice de Cortés o Códice Cortesiano. El segundo fragmento del manuscrito fue adquirido en 1869 por Brasseur de Bourbourg. Se lo vendió un tal don Juan Tro y Ortolano, y por eso se llamó el Códice Troano o Tro-Ortolano. Cuando las piezas se reunieron, comenzaron a conocerse como el Códice de Madrid. Desde aquellos tiempos se conserva en el Museo de América en Madrid.
Y, finalmente, el Códice Grolier, que se encontraba en una colección privada en Nueva York. Son, más bien, fragmentos de 11 hojas sin comienzo ni fin. El reconocido arqueólogo estadunidense Michael Coe fue el primero en publicarlo en 1973. Él data el texto en el siglo XIII. Es evidente que este códice maya, cuyo origen se desconoce, fue elaborado bajo una fuerte influencia del estilo tolteca-mixteco. Actualmente se encuentra en México y lleva el nombre de Códice Maya de México.