Tras dos décadas (1998-2018) de déficits comerciales externos (salvo un superávit marginal en 2012), altas expectativas de corrección surgieron con el superávit de 2019 (5.4 mil millones de dólares) y con el de 2020 (34 mil mdd); 2021 sin embargo, nos regresó a la realidad con un nuevo déficit de -11.5 mil mdd (Gráfico 1), en línea con los déficits de los años previos (Gráfico 3).
Este retorno al déficit tiene su origen en dos factores principales: la ausencia o insuficiencia de una política económica de alta definición para impulsar coherentemente una integración nacional de todos los sectores productivos hacia la autosuficiencia posible, el remplazo de importaciones y la generación masiva de empleos; y a que la única política sectorial seria que está en curso, la energética, aún no despliega sus efectos positivos de autosuficiencia en refinación y la dependencia externa aún vigente, con precios enloquecidos de hidrocarburos y derivados que dispararon de nueva cuenta el déficit petrolero (Gráfico 4). El superávit de la balanza no petrolera por su parte, cayó de 47.9 a 13.4 mil mdd (Gráfico 5).
Por países, el comercio de México sólo registró en 2021 un superávit importante con Estados Unidos (178 mil mdd), aunque a éste aportaron poco los productos mexicanos y mucho los de la maquila y los corporativos globales que operan en el país (Gráfico 2). Con Europa el déficit fue de -32 mil mdd, y con Asia de -164 mil mdd; el desbalance con China fue de -92 mil mdd.
Por capítulos de la tarifa aduanal, los productos agropecuarios y alimentos registran un superávit de 8.3 mil mdd, y maquinaria y equipo de transporte de 69.7 mil (Gráfico 6), siendo el resto deficitario, en minerales y químicos (-58 mil mdd) y minero-metalúrgicos (-15 mil mdd), ramos que llaman la atención cuando México un país con enorme riqueza natural en ambos casos. Relanzar una industrialización viable del y para el país, es el reto.
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