La ruta que siguieron los restos de Cuauhtémoc, el último tlatoani mexica, después de ser asesinado por Hernán Cortés el 28 de febrero de 1525, abandonados en medio de la selva y recuperados por guerreros mexicas y chontales, fue rememorada por corredores que cada año recorren una travesía de 4 mil kilómetros desde Tenosique, Tabasco, hasta Ixcateopan, su pueblo natal en la sierra de Guerrero.
La tarde de ayer un grupo de 25 jóvenes fueron recibidos en una ceremonia en su paso por la gran Tenochtitlan, donde descansaron un par de horas, para luego continuar su recorrido, el cual culmina en la celebración el 23 de febrero del nacimiento del “joven y venerable abuelo Cuauhtemotzin”, en la tierra natal de último gobernante mexica y jefe de la resistencia indígena, quien no se rindió ante la violencia del conquistador.
“El pueblo no abandonó su cadáver en la soledad de la selva, sino que el guerrero Tzilacatzin, compañero de armas de Cuauhtémoc, y 30 guerreros más, se fugaron del ejército de Hernán Cortés y, arriesgando sus vidas, regresaron por los restos de Cuauhtémoc, los rescataron y los llevaron con dignidad a su lugar de nacimiento”, señaló el investigador Jorge Veraza en el discurso que ofreció durante el recibimiento ceremonial en la plaza Tolsá, adonde arribaron el sábado (19 de febrero), en pleno descenso del Sol.
El economista habló sobre el profundo significado que tuvo para la mexicanidad el acto de haber enterrado al tlatoani en su lugar de nacimiento, de acuerdo con la palabra antigua, clara y profunda que no ha dicho ningún cronista, sólo la tradición de Ixcateopan. “Ahora que reinicien la carrera, cada aliento que den sea más profundo, precisamente, porque incluye la comprensión de su propio acto en el que templan el cuerpo, el corazón y el ánimo”, deseó a los atletas, formados en círculo frente a las ofrendas de flores y frutas, con caracoles y sahumerios ardientes en el suelo, tambores silenciados por unos minutos, que luego volvieron a su estruendoso ritmo.
“Había que reconocer a Ixcateopan como el lugar de la memoria de la mexicanidad, no porque ahí pudieran estar los restos de Cuauhtémoc, sino porque hacer esta travesía nos permite acercarnos a la tradición viva”, expuso en entrevista Edwin Morón, uno de los organizadores de esta tradición que se inició hace 15 años.
“Puede que sean los huesos, pero lo que hacemos es una memoria que se teje a partir de las prácticas rituales que llevamos a cabo con este recorrido. A partir de las fuentes históricas sabemos que murió en Tabasco y que su cuerpo fue traído hasta estos lugares; ese fue el inicio de la carrera”, relata durante la parada en el Centro Histórico, adonde ingresaron entre danzas.
El grupo de mexicanistas llegó corriendo desde Coyoacán, aproximadamente a unos 13 kilómetros de este ombligo de danza que significa la plaza Tolsá. El letrero luminoso en la Torre Latinoamericana indicaban las 18:31 horas, aunque se les esperaba desde las dos de la tarde, entre las danzas hipnotizares que observaban transeúntes y turistas que aprovechaban para hacerse una limpia entre hierbas y humo de copal. Por momentos se colaba el sonido del organillero y los cláxones de una ciudad que no se detiene.
“Seguramente ya los verás ahí danzando”, vaticinó Morón, traductor nahua y profesor en la Universidad Intercultural en el estado de México, sobre el resto del grupo que pudo comer algo, sentado en el suelo, junto a los muros del Museo Nacional de Arte. A estos voluntarios les toma unos 20 días transitar los 4 mil kilómetros de esta ruta, en relevos. Cada uno recorre unos 10 kilómetros diarios, caminando o a paso veloz.
Este años son 25 participantes, quienes en esta edición no salieron del sureste maya, sino de Compostela, Nayarit, en honor a Tecuichpo Ixcaxochitzin, compañera de Cuauh-témoc y contraparte administradora del imperio mexica. Tras el asesinato del tlatoani, esta hija de Moctezuma fue rebautizada por los españoles como Isabel Moctezuma, y en su testamento hizo una declaración por la abolición de la esclavitud.
Esta carrera en particular se realiza desde hace 15 años, organizada por este grupo y con la idea de reproducir la ruta que pudo seguir el cuerpo de Cuauhtémoc, desde que fue abandonado en medio de la selva, en Tabasco, hasta Ixcateopan, pasando Tenochtitlan. En la ceremonia ritual en plaza Tolsá informaron que esperan realizar un recorrido intercontinental.
En Ixcateopan aguardan los restos de la osamenta que fueron descubiertos en 1949 debajo de la iglesia de Santa María de la Asunción, construcción del siglo XVI. Después de ser dictaminados por tres comisiones de investigadores del gobierno federal, entre 1950 y 1976, se determinó que no pertenecían al jefe tlatoani. Más allá del interés arqueológico de la llamada “guerra de los huesos”, cada año el lugar cercano a Taxco, Guerrero, es un punto de peregrinación de indígenas, mexicanistas, investigadores y estudiosos que acuden para venerar al jefe indígena y de la resistencia.