Las grandes manchas de sargazo que llegan a las costas mexicanas han sido para la comunidad científica un interesante problema por resolver. Mientras para algunos lo cautivador ha sido conocer los elementos que dan lugar a su crecimiento excesivo, para otros, como la oceanóloga María Eugenia Allende Arandía, del Laboratorio de Ingeniería y Procesos Costeros del Instituto de Ingeniería de la UNAM, lo atractivo es conocer los factores que modulan la llegada del alga y cuáles son sus trayectorias.
Junto con otros investigadores, trabaja en un proyecto para lograr desarrollar una alerta temprana de sargazo con el fin de que las instancias gubernamentales y el sector privado puedan tener un estimado de probabilidad de arribo y con ello “desplegar la logística necesaria y contar con la infraestructura para llevar a cabo toda su recolección”.
En entrevista con La Jornada, Allende Arandía explicó que para lograr obtener esta información utilizan modelos numéricos con los que realizan experimentos. Expuso que el área de estudio que trabajan empieza en el Atlántico Ecuatorial hasta el Golfo de México.
“Como experimento base, liberamos cierta cantidad de partículas numéricas –que son inertes pues no se está considerando la biología del alga– y vemos cómo es que se mueven en función de la corriente, de la velocidad que lleva ésta, pero sin considerar el forzamiento del viento”, dijo. Posteriormente, añadió, se realiza otro experimento tomando en cuenta el uno por ciento del forzamiento del viento y el siguiente considera el 2 por ciento.
Precisó que con estos estudios encontraron que, una vez que estas partículas entran a la región del Caribe, el viento es de vital importancia “en el sentido que estas partículas pueden llegar a Centroamérica o pueden quedar y seguir una ruta al sur de las Antillas Mayores o cruzar y llegar hasta lo que se conoce como la corriente de Lazo, la que atraviesa por el canal de Yucatán, entre la península y Cuba”.
Los investigadores también han utilizado otro método que se conoce como mapas autoorganizados, “que funcionan mediante redes neuronales no supervisadas donde podemos encontrar diferentes patrones de la variabilidad de las corrientes”. Asimismo, la oceanóloga dijo que aplican el método matemático conocido como cálculo de las estructuras coherentes lagrangianas, que encuentra zonas de convergencia o de divergencia de la corriente.
En cuanto a los resultados, mencionó que de lo realizado con las partículas numéricas, han encontrado que “en promedio, si éstas se liberan en el Atlántico Ecuatorial tardan aproximadamente tres meses en acercarse a la península de Yucatán, y eso depende de la intensidad de las corrientes y del viento”. Esto pasa con los mapas autoorganizados, por lo que los datos obtenidos “son muy similares”, agregó.