Casi siempre es “la misma historia, sólo con algunas variantes”: los padres se llevan a los niños para las convivencias y ya no los devuelven con sus madres. Automáticamente cortan todo tipo de comunicación: presencial, telefónica o vía redes sociales; los cambian de escuela y en ocasiones de domicilio. Aunado a ello, las madres se enteran de que han sido demandadas por sus ex parejas por maltrato infantil.
Hasta hace poco cada una de estas mujeres que “padecen” esta experiencia, no sabían que muchas más están en la misma situación, señalan a La Jornada Alexandra Volin-Bolok, del Frente Nacional contra la Violencia Vicaria, y Alejandro Luna Gasca, maestro en derecho y abogado familiar.
El litigante agrega que esto no puede catalogarse como “sustracción de menores”, porque, en diversos casos, hasta ese momento “no ha sido decretada la guarda o custodia a favor de alguno de los progenitores”, pero si hay una denuncia de violencia contra infantes, los juzgados niegan el resguardo a las madres en tanto investigan, lo que a veces lleva años.
Alexandra y Jen no ven a sus hijos desde marzo pasado y Mayte, desde hace cinco años, pero narran que hay otras integrantes del frente y de la red de apoyo que una de ellas encabeza, que llevan “10 años de lucha jurídica”. Luna explica que este tipo de violencia –que en otras latitudes ya ha sido nombrada como violencia vicaria– es agresión de género.
El 8 de diciembre pasado en un juzgado familiar de la Ciudad de México se realizó la primera audiencia de este tipo. “La violencia vicaria es el punto máximo de ejecución de la violencia que ejerce un progenitor contra el otro”, ello sin tomar en cuenta el feminicidio.
Las integrantes del frente dicen que se han dado cuenta de que en muchas denuncias las páginas son similares, sólo cambian los nombres de los protagonistas, y advierten que los señalamientos son, muchas veces, maltrato físico o sicológico hacia los infantes.
“Mis hijos creen que los abandoné”, eso me han comentado mamás cuyos niños son compañeros de los míos en la escuela, no saben el viacrucis que estoy viviendo, combatiendo los amparos”, que promueve una y otra vez su ex pareja, y eso parece ser una constante en ese tipo de “denuncias falsas”, dice Alexandra.
Jen se divorció en 2015. Un año después su ex pareja dejó de dar la pensión alimenticia; tras demandarlo y a punto de que se dictara sentencia, él no le devolvió a los hijos después de la convivencia.
Para exigir justicia, integrantes del frente creado en julio se unirán a las marchas del 8 de marzo.