Santiago. Vapuleada por el establishment político, empresarial y mediático, horrorizada en redes sociales y angustiada en su interior por la noción del fracaso, la Convención Constitucional chilena que se debate contra el tiempo para concordar un texto, entró este jueves en tierra derecha cuando logró dejar firmes los primeros artículos para una probable nueva Carta Magna.
Lo de probable se refiere a que ese texto, que debe estar listo a más tardar el 4 de julio –cuando se agota el plazo legal de existencia de la Convención–, deberá someterse a un referéndum ratificatorio en octubre, en el cual será obligatorio que voten al menos 15 millones de chilenas, chilenos y extranjeros habilitados; a diferencia de las contiendas electorales en las que la participación es voluntaria y en las cuales la abstención ronda 50 por ciento.
Específicamente, los convencionistas estaban listo para dar su fallo este jueves “en lo particular” a 14 artículos acerca de sistemas de justicia ya aprobados “en lo general”, y que tratan cuestiones tan relevantes como establecer aparatos judiciales diferenciados para los pueblos indígenas originarios, aspecto que de concretarse sería innovador en el país.
No es menor el logro, habida cuenta de que cada artículo y sus respectivos incisos necesitan como mínimo el respaldo de dos tercios (105 votos) de los 154 convencionistas en funciones.
El avance fue una bocanada de oxígeno para la Convención, luego de semanas soportando un ataque sistémico desde el conservadurismo en el que se acusó al órgano de estar construyendo un texto ideológico, maximalista, revanchista y excluyente, así como la amenaza explícita de retirarse porque “no ha habido ninguna moderación ni consideración a planteamientos serios”.
Ha habido algunas ideas descabelladas –como aquella suscrita por ocho convencionistas para suprimir los tres poderes típicos del Estado–, pero en general parece plasmarse un texto integrador, diametralmente distinto a la Constitución del dictador Augusto Pinochet, consagratoria del neoliberalismo, para avanzar hacia un marco jurídico necesario en un país de derechos sociales garantizados, plurinacional, con paridad de géneroS y construido sobre su diversidad cultural y social.
“La derecha hace un show de aquellos en la Convención. La pataleta es penosa porque descubrieron lo que pasa cuando eres minoría y no hay tanques ni empresarios ni Hawker Hunters (aeronaves bélicas) que te salven cuando vas perdiendo. Quieren patear el tablero y no saben cómo… todavía”, escribió en Twitter el convencionista Jorge Báradit.
Lo de los Hawker Hunters alude al modelo de avión con que la Fuerza Aérea bombardeó el Palacio de La Moneda en 1973, durante el golpe de Estado contra el entonces presidente Salvador Allende.
Queja de la ultraderecha
Mientras la ultraderechista integrista, Marcela Cubillos, publicó: “Lo dijimos al comienzo. La izquierda tiene los votos para escribir sola la Constitución y eso está haciendo. Se ponen de acuerdo entre ellos y tienen fácil los dos tercios. Primera vez en décadas que no pueden echarle la culpa ni a la derecha ni a la ex Concertación. Es ‘su’ texto refundacional”.
Efectivamente, la derecha está “con ataque”, como dicen en Chile, frente a la inminencia de que la carta fundamental se les escape de las manos: “Es importante comprender que una Constitución no es un programa de gobierno, no es una ley; es el marco de unidad de proyección que se dan los países para muchas décadas y por eso es vital que no sea de unos y no de otros, ese ha sido nuestro problema durante los pasados 40 años”, intervino el presidente Sebastián Piñera, al reaparecer después de semanas, ahora en ocasión de dar el banderazo de arranque a las obras de construcción de la línea 7 del Metro de Santiago.