En una pequeña explanada, entre el bullicio aledaño a Los Palomares, en el barrio de Tepito, resurge el arte escénico, ante la mirada de algunos vecinos, transeúntes curiosos y de algunos pequeños sentados en sillas desplegables colocadas por la compañía Tepito Arte Acá.
Es domingo, y a pesar, de lo variable del tiempo, los actores y artistas multidisciplinarios del llamado Teatro de la Identidad, aparecen en un escenario, donde protagonizaron las obras Sucedió entre changos y Somos de maíz. En ese lugar, detrás de ellos, destaca una pared con imágenes que evocan a tepiteños ilustres, así como resaltan ineludibles a la vista las palabras Educación, Capacitación y Cultura.
Antes de la presentación de Somos de maíz, de Susana Meza, donde se recuerdan los orígenes de este alimento imprescindible en Mesoamérica, integrantes de la compañía encabezada por Virgilio Carrillo repartieron bolsas de palomitas e invitaron algunas bebidas, mientras se escuchaba la voz de un cantante local interpretando temas de José José.
La verbena dominical y la convivencia sucedió entre cajones para guardar automóviles, infinidad de condominios, murales y graffittis. Ambas funciones, forman parte de las propuestas de la compañía, fundada hace más de cuarenta años, la cual subsiste a pesar de las complejidades sociales, políticas y económicas, así como del impacto de la pandemia.
La iniciativa Tepito pa’l barrio comenzó hace casi un mes, encabezada por su fundador, Virgilio Carrillo, y Susana Meza, directora artística de la compañía que cumplirá 42 años en abril próximo, desarrollando, sobre todo, trabajo de socialización enfocado en los niños y jóvenes, por medio de funciones en escuelas, talleres y espectáculos.
Este domingo 20 de febrero, la compañía presentará Somos de maíz, a las 16 horas, pero en el Espacio Cultural Tepito, ubicado en Vidal Alcócer 114.
Carrillo dijo: "Hemos sobrevivido al impacto de la pandemia y al desinterés de las autoridades por la cultura; no sólo de la Cuarta Transformación, sino de administraciones pasadas. Si a este gobierno o a los anteriores no les importa, nosotros tratamos de impulsar espectáculos, no para aliviar, sino como forma de decir que existen lugares donde se puede vivir sin violencia, con menos penuria y tristezas".
Subrayó: “Es una especie de olvido, no sé si sea propósito, pero esto sucede, pero los niños sí son una alternativa (de cambio), pues tenemos jóvenes que comenzaron en los talleres de verano y algunos egresaron de la carrera de literatura, unos son tiktokers o youtubers, y otros simplemente encontraron una forma de vida antes de enfrentarse a la terrible realidad que vivimos”.
Sin duda, enfatizó, "vale la pena insistir con este proyecto, porque se ha recuperado un barrio emblemático en la Ciudad de México; no es sencillo continuar, buscar patrocinios, además hay mucha burocracia y amiguismos, pero hemos tenido libertad y autonomía, porque no dependemos del Estado".
Virgilio Carrillo sabe sobre las problemáticas, pues pertenece y ha vivido en este barrio. "Ahí en el lugar, donde Sahugún, decía que estaba el Tepozcalli, entre las calles de Peñón y Santa Lucía Rivero", contó el creador y fundador de la compañía.
–¿Y esta colonia, sí es el barrio bravo, como se le dice?
–La pobreza lleva a esto; se va pauperizando el asunto; es el barrio más antiguo de la ciudad, pero está a punto de explotar el drenaje y ¿cómo es posible que sólo exista una secundaria, con un turno? Antes había 400 0 500 alumnos en una primaria, actualmente no hay más de 150. Al Estado no le importa.
Sostuvo: "Habría que recuperar la memoria y hacer la inversión, como en cualquier otro lado, que bien podría ser Chimalhuacán, Valle de Chalco o en Aragón donde están las casitas; pero si no invierten no va a pasar nada".
Por ejemplo, "ahora te pueden matar por cuatro mil pesos, porque a la gente la educan con el dinero como único destino de la vida. Ahora sí que la vida no vale nada".
Entre hip hop, temas emblemáticos de salsa y canciones de José José, transcurrió una tarde donde el arte escénico recreó a los dioses prehispánicos, la danzas, la cultura del maíz y los sonidos precolombinos.
Aunque –dijo Carrillo– es real, el alto riesgo que significa meterse en algunos lugares, "el colectivo seguirá recuperando la memoria, la identidad y decir a los chavos que el teatro no les perjudica y además es divertido".