A ocho años de su muerte, la figura del escritor Federico Campbell (1941-2014) sigue creciendo, coincidieron los participantes en el homenaje que el Centro Cultural Tijuana (Cecut) rindió este martes al también periodista y editor tijuanense con motivo de su aniversario luctuoso, este 15 de febrero.
“Si viviera, estaría muy asombrado y se sentiría contento por los elogios a su persona y escritura”, expresó Carmen Gaitán, su esposa, quien señaló que el autor tuvo siempre una profunda desazón ante la incertidumbre de si era buen escritor.
“Era un hombre con una cantidad de conocimientos deslumbrantes que a todos a su derredor nos fascinaban; sin embargo, tuvo siempre esa duda de si realmente la estaba haciendo en la vida”, afirmó la gestora cultural y directora del Museo Nacional de Arte.
“Tenía grandeza de espíritu y gran sofisticación. Siempre me llamó la atención cómo viniendo de un origen precario, con un padre telegrafista y una madre maestra rural –que fue su vínculo en casa con la palabra–, algo se pergeñó en su personalidad desde muy joven; a los 17 años, ya leía a los griegos y se hacía preguntas profundas.”
Un tijuanense virtuosoal límite fue el título de la mesa virtual con la que el Cecut honró la memoria de Federico Campbell, de quien el periodista cultural Jaime Cháidez afirmó: “Quizás no fue apreciado en su momento como debería, pero ahora lo está siendo. Salen suplementos, se reditan libros; él estará contento donde quiera que esté de que sigue creciendo su figura”.
De acuerdo con el narrador y dramaturgo Elmer Mendoza, el caso de este escritor es muy diferente al de los otros de su generación, debido a que “no percibía su importancia o, quizá en el fondo, le daba un poco de miedo hacerlo y entonces lo evadía”
Recordó su gran cualidad de conversador y cómo en varias de sus charlas se preguntaba si había hecho algo trascendente: “Él tenía un estilo de ser grande como sin querer serlo, pero siempre que estábamos en algún sitio había gente que lo reconocía y lo saludaba con mucho respeto”.
Lo reconoció como el padre de la autoficción literaria en México, así como por la facultad de hacer sus libros al hablar: “Digamos que los charlaba y no se sabía si ya los había escrito o los escribía a partir de eso. Está la idea de que los libros nacen cuando uno los piensa, pero también cuando uno los conversa”.
Para el novelista Vicente Alonso, alumno y amigo del homenajeado, la excesiva modestia que caracterizó a Federico Campbell, así como la severidad con la que juzgaba su trabajo, obstaculizaron que lograra mayor reconocimiento en vida.
“Era el peor promotor de sus libros. Le preocupaba conseguir interlocutores (para otras obras), pero se vendía mal a sí mismo; era muy bueno y muy generoso para vender a otros autores, pero muy severo consigo.
“Su excesiva modestia operaba en contra de la difusión de su obra, pero una vez que él no está frenando las cosas, creo que ésta ahora tiene su flujo natural. También ha servido para que sea revalorado; no nos hemos dado cuenta de lo mucho que hizo por la literatura mexicana y por establecer lazos más allá, con la italiana, la española y la de Estados Unidos.”
Según el ensayista Daniel Salinas, la posterioridad suele ser impredecible, pero en el caso de Federico Campbell “está siendo justa”, ya es releído y descubierto por las nuevas generaciones, además de que es notoria su influencia entre los nuevos escritores.