De resultar cierta la denuncia que un grupo de especialistas de las redes sociales ha levantado, apoyados por Morena en la Ciudad de México, y que descubre el modus operandi de los organismos de oposición para descalificar al gobierno de la 4T, se habrá confirmado que la estrategia en el ataque desde Internet es golpear sin más elementos que la diatriba contra la credibilidad de quien trabaja para la transformación del país.
Destruir, esa parece ser la consigna para alimentar más de 161 mil tuits que fueron analizados en el transcurso de una semana y que costaron entre 5 y 7 millones de pesos a quienes buscaron llenar de odio las redes, según cuentan los estudiosos provenientes de la UNAM y el CIDE.
El recurso comprueba lo dicho en la anterior entrega: la oposición no puede ofrecer nada que no sea lo que ya probamos y nos dañó, nada que no sea la violencia, el robo, la pérdida de soberanía, el fracaso como nación y entonces apuesta todo a la idea de menoscabar al hombre porque no puede descalificar con seriedad y alternativa el trabajo de la 4T.
Latinus, Mexicanos contra la Corrupción y algunos otros organismos parecen ser parte de quienes financian el gasto millonario que representa el ataque de odio, convertido en el único argumento que pueden esgrimir para cumplir con el proyecto en el que estarían inscritos.
Es muy probable que el ciudadano común observe el trabajo opositor y por eso rechace, en su momento, esa labor de zapa en la que se ha empeñado y que le explotará en contra porque no ofrece nada más que odio.
Y es que no dicen qué harán con el petróleo ni con la energía eléctrica ni con la voracidad de las empresas ni cómo se puede ayudar a los más necesitados. Todo lo que nos ofrecen es el escándalo y con eso, a estas alturas de la política en el país, no alcanza.
Ni con los brotes de histeria desmemoriada de la señora Kenia López Rabadán como “valor agregado” se podría lograr algo si no se tiene un plan diferente a lo que ya ofrecieron y fracasó para la mayoría.
Hay quien asegura que sí tienen un plan, pero que no quieren exponerlo a las críticas que se pudieran levantar desde las trincheras, sobre todo de los más necesitados. Primero, nos dicen, se debe poner fin a la 4T y la gente, ya sin alternativa, no tendrá otra opción más que ir a la derecha. Ya veremos si se confirman los datos que ayer se ofrecieron y si es así ya es tiempo de que quienes protegen su altísimo salario se pongan a trabajar.
De pasadita
La capital del país, nuestra ciudad, no merece el desorden al que sus habitantes se enfrentan a diario y que parece no tener fin.
El asunto de los baches pertenece ahora a un extraño fenómeno que podría calificarse de contagio. Las calles son cada vez más intransitables y mientras las vías primarias mejoran, las de cada colonia se muestran con un mayor número de cráteres, con banquetas rotas y peligrosas, además de ciclistas que las invaden sin que haya nadie ni nada que se los impida.
Y por si fuera poco, los trabajadores de limpia han tomado esas mismas calles como suyas. Se estacionan donde mejor les conviene y retan a quien les reclame o que piden que se les denuncie. Total, son integrantes del sindicato, que en otras palabras significa, según lo visto, impunidad.
Si desde la Secretaría de Gobierno de la administración capitalina no se pone orden, por algún interés aún oculto, no es cosa del ciudadano que exige soluciones urgentes antes de que las cosas empeoren.