En el Vaticano y entre los sectores conservadores, el camino sinodal alemán ha despertado preocupación: 500 años después de la reforma luterana, la Iglesia católica alemana vive una revolución sin precedentes en Europa. Se están perfilando desde el sínodo alemán propuestas audaces y comprometedoras para la estructura doctrinal y eclesiástica que ha primado en la Iglesia durante siglos. Por ejemplo, la abolición del celibato, la apertura al casamiento de los sacerdotes, la ordenación de mujeres, la bendición de parejas gay, entre otros.
La voluntad de miles de laicos y religiosos progresistas de introducir cambios es notable. Imponen un nuevo tiempo de propuestas para poner en marcha transformaciones estructurales reales, como la división de poderes eclesiásticos. Saben que están en una ruta de oportunidades. Dichos sectores progresistas pretenden liberar al catolicismo alemán de su obsesión por defenderse de un presente hostil e imaginar caminos para una Iglesia por venir.
En la primavera de 2023, la Iglesia de Alemania debería completar su camino sinodal. Este paso, durante el cual católicos alemanes, secularizados propios de la cultura europea, exigen cambios profundos en la Iglesia. Despierta gran desconfianza y ansiedad en Roma.
¿Cómo terminará el sínodo alemán? Esta es una de las preocupaciones centrales que se plantean con agudeza en los sectores conservadores que a toda costa quieren bloquear y boicotear un largo proceso que ha involucrado a miles de católicos. No será fácil. Por ejemplo, recientemente, se presentó un primer documento del sínodo, donde se aborda que “algunos sacerdotes estarían mejor casados”. El movimiento prosinodal, María 2.0 concluye que el celibato obligatorio debe ser reformado, cada uno debe poder decidir por sí mismo. La moral sexual también debe cambiar, porque ya no corresponde al mundo real, la doctrina vigente es simplemente ostracista e inhumana. Sin embargo, Francisco dijo recientemente “no” a una revisión de las reglas del celibato.
Pero, ¿qué es un sínodo? Etimológicamente, la palabra “sínodo” deriva de los términos griegos syn (“juntos”) y hodos (“camino”), y expresa la idea de “caminar juntos”. Fue un método que se usó en los inicios del cristianismo que involucraba a los miembros de las comunidades primitivas. El modelo sinodal, según Mario Bergoglio, debe caracterizar a la Iglesia del tercer milenio, ya que “caminar juntos” involucra a laicos, mujeres, sacerdotes, religiosos, obispos y cardenales. Para el Papa, es urgente movilizar todas las energías para responder al llamado de actualizar la Iglesia ante la humanidad en un momento histórico complejo y no exento de contradicciones.
En octubre de 2021, Francisco inicia formalmente el proceso del sínodo sobre sinodalidad en la Iglesia. Sus etapas son: fase diocesana: octubre 2021-abril 2022; fase continental: septiembre 2022-marzo 2023, y fase de la Iglesia universal: octubre 2023, en Roma.
Iglesias locales se han adelantado al proceso, como la alemana, para responder a los desafíos y crisis de credibilidad. El sínodo de la Iglesia alemana decidido por la Conferencia Episcopal en marzo de 2019 aborda temas candentes en un intento por superar la brecha entre vida y doctrina y de acercarse a los fieles incrédulos de la estructura eclesiástica. Las grandes áreas temáticas son: autoridad, participación y separación de poderes; moralidad sexual; forma de vida presbiteral; mujeres en ministerios, y estructura de la Iglesia
El tema es complejo por el tipo de enraizamiento que gozan las Iglesias en la estructura social de Alemania. Los fieles alemanes sostienen mediante el pago de sus impuestos a una religión o Iglesia de su preferencia o afiliación. Los contribuyentes alemanes están obligados a pagar un impuesto para financiar las instituciones religiosas a las que pertenecen y, por tanto, están registrados ante las autoridades fiscales. Con los continuos escándalos de pederastia e informes detallados del comportamiento de la pederastia clerical, los contribuyentes han bajado sustancialmente sus contribuciones a la Iglesia católica. Es decir, cada vez más católicos decepcionados deciden dejar de financiar a su Iglesia. El último escándalo que involucra al arzobispo de Colonia, que se negó hacer público un informe independiente sobre pederastia y el escándalo que involucró al papa emérito Joseph Ratzinger confirma una tendencia trágica: disminución de creyentes católicos y la catastrófica caída de sus ingresos.
Para muchos analistas católicos la Iglesia alemana transita con actitudes maximalistas a que aspira buena parte del laicado alemán y algunos obispos. Circulan al contrario de la doctrina, tradición y milenarias estructuras de la Iglesia. Dicha confrontación, sólo podría producir una gran coalición que desembocaría en un punto muerto que puede resultar fatal.
La reforma del celibato sacerdotal, el sacerdocio femenino y la bendición de las parejas gays son temas que Roma antagoniza. El sínodo alemán se encuentra ahora en posiciones cada vez más distantes de las del magisterio católico. No es casualidad que Francisco haya tenido que intervenir en los últimos días para señalar, mediante un documento difundido por la Congregación para la Doctrina de la Fe y aprobado por el Papa, afirmando que bendecir las uniones homosexuales “es ilegal”.
El tema es delicado. Los sectores conservadores se aprovecharán de la revolución de la Iglesia alemana para sabotear no sólo las propuestas teutonas, sino boicotear el proceso sinodal que Francisco ha abierto en la Iglesia como su apuesta estelar para aggiornar la Iglesia ante la peor crisis de credibilidad y pertinencia que ha encarado en su historia moderna.