Moscú. El presidente Vladimir Putin no va a reconocer la independencia de las zonas rebeldes de las regiones ucranias de Donietsk y Lugansk, como le pidieron ayer los diputados de la Duma, mientras existan posibilidades de seguir negociando un arreglo político del conflicto del sureste de Ucrania con base en los acuerdos de Minsk, suscritos por todas las partes implicadas y hasta ahora incumplidos.
El titular del Kremlin lo afirmó a pregunta expresa en la conferencia de prensa al término de sus conversaciones con el canciller federal de Alemania, Olaf Scholz.
Putin comenzó a perfilar lo que va a ser la respuesta rusa a las cartas de Estados Unidos y la OTAN al decir que Rusia “considera posible negociar distintos aspectos de la seguridad y transparencia, que en el fondo eran iniciativas rusas rechazadas, pero sin separarlas de las tres grandes preocupaciones nuestras –no ampliar la OTAN, no instalar armas ofensivas cerca de Rusia y desmantelar la infraestructura noratlántica a niveles de 1997–, que seguiremos insistiendo en que sean tomadas en cuenta. Hay que alcanzar un acuerdo que garantice los intereses de todos”.
A pregunta de un reportero alemán sobre si Rusia piensa invadir Ucrania, Putin dio una respuesta tajante: “¿Que si queremos una guerra? Claro que no”.
Y agregó: “nos piden que no iniciemos una guerra en Europa. Nuestra generación ya fue testigo de la guerra de la OTAN contra Yugoslavia. Una gran operación militar con bombardeos de una capital europea, Belgrado. Y se hizo sin el aval del Consejo de Seguridad de Nacionales Unidas, un ejemplo muy malo”.
Sholtz comentó que en Yugoslavia “había un riesgo de genocidio” y Putin le respondió que en el este de Ucrania también lo hay ahora.
Las conversaciones con el canciller federal de Alemania, que dio a entender que el futuro del gasoducto Nord Stream 2 depende de si Rusia invade o no Ucrania, estuvieron precedidas de una noticia que se interpreta como un gesto de la intención rusa de negociar con Estados Unidos y sus aliados: el comienzo del regreso a sus bases permanentes, de forma parcial y gradual, de las tropas y armamento que “concluyeron ya su participación en las maniobras que lleva a cabo el ejército” cerca de la frontera con Ucrania, según un comunicado del ministerio ruso de Defensa emitido ayer.
Scholz insistió en que Rusia debe hacer más para rebajar la tensión en la frontera con Ucrania. “Que ahora escuchemos que algunas unidades serán retiradas, es una buena señal. Esperamos que haya más”, indicó en relación con el resto de militares que participan en las maniobras navales en el Mar Negro y terrestres tanto en Bielorrusia como en el territorio ruso, donde se estima que Rusia mantiene todavía cerca de 100 mil soldados y armamento.
El ministerio de Defensa no aclara si tras este repliegue de algunas unidades, cuando llegue la fecha anunciada para que terminen las maniobras, el 19 y el 20 de febrero siguientes, las demás tropas y armamento regresarán también a sus bases permanentes.
Los reporteros quisieron saber si Rusia va a continuar la desescalada de la tensión en Ucrania. Putin dejó en el aire la respuesta: “¿Cuál es nuestro plan?”, se preguntó y respondió: “El que determine la situación real sobre el terreno”, para inquirir de nuevo: “¿Quién puede decir cómo se va a desarrollar la situación? Nadie, por ahora, y no sólo depende de nosotros”.
La Bolsa y el rublo, después de jornadas de marcado pesimismo, celebraron con subidas la noticia del regreso parcial de las tropas y el armamento.
La iniciativa de la Duma, en cambio, no afectó el ánimo de los mercados, sobre todo después de que Putin dijo que los diputados “expresan el sentir de la sociedad rusa, muy preocupada por lo que está pasando en el Donbás (cuenca minera del Don, como se denomina aquí al este de Ucrania), pero Moscú tiene que partir del hecho de que no se ha cancelado el proceso negociador y aún es posible que Kiev cumpla los acuerdos de Minsk”.
Scholz, por su parte, señaló que sería “una catástrofe política” satisfacer la petición de la Duma y se mostró optimista de que pronto se puedan lograr avances en las negociaciones. Mencionó, como ejemplo esperanzador, que el presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, con quien se entrevistó el lunes anterior en Kiev, prometió entregar a la brevedad un proyecto de ley sobre el “estatus especial” de las zonas rebeldes.
En realidad, al margen de cuál borrador de resolución aprobasen los diputados, lo expertos tenían claro que Putin, al tiempo que exige que Kiev cumpla los acuerdos de Minsk, no iba a tomar una decisión que equivaldría a salirse del proceso negociador del formato de Normandía que propició dichos acuerdos. Rusia asume que las autoproclamadas “repúblicas populares” que no se supeditan a Kiev son parte de Ucrania, aunque deben tener un estatus especial.
En una palabra, la resolución de la Duma –que por otro lado no es requisito para que el Kremlin reconozca o no la independencia de nadie– presentada como una tan simple como inusual “petición” sólo tenía como propósito tensar la cuerda al máximo, pero sin romperla.