Desde el inicio del actual gobierno no deja de tintinar la caja registradora del Servicio de Administración Tributaria (SAT), institución que no sólo ha denunciado la oprobiosa política fiscal del régimen neoliberal –en extremo benéfica para el gran capital– sino que ha puesto manos a la obra para recuperar miles y miles de millones de pesos en impuestos que el selecto club de amigos de administraciones pasadas “olvidaron” pagar, sin dejar a un lado las voluminosas condonaciones y devoluciones.
Por esa caja registradora ya han pasado grandes corporativos, otrora impunes, como Walmart, Fomento Económico Mexicano (Femsa, la de Coca-Cola y los Oxxo, que preside El Diablo Fernández), la trasnacional española BBVA, Grupo Modelo (otrora cervecera mexicana), América Móvil (de Carlos Slim), el Grupo Bailleres y tantos otros que actuaban con total impunidad.
Allá por mediados de 2020 el presidente Andrés Manuel López Obrador narró una anécdota que ejemplifica el proceder de los corporativos, acostumbrados a que nadie les tocara un pelo: “hace dos días se atrevió un abogado de una de las más grandes empresas, imagínense, y les dijo a los funcionarios del SAT, debían o deben no sé cuánto, creo que 8 o 10 mil millones. Estaban queriendo dar 500 millones. Digo: no, si son 10 mil. (Y respondieron) ‘O agarras esto o vamos a litigar hasta el año 3000’, porque se conocían todas las triquiñuelas, las tácticas dilatorias”. ¿Qué sucedió? Walmart pagó al SAT alrededor de 8 mil 100 millones de pesos, y detrás de esa trasnacional las demás pasaron a la caja para “ponerse al corriente”.
También, al cierre de 2020, el mandatario mexicano dio a conocer que “una de las empresas telefónicas grandes –que no menciono expresamente hasta no asegurar que ese dinero ya haya caído en caja–, entregó en una sola operación 18 mil millones de pesos. Eso es lo que hace la diferencia con este gobierno, por el cual no se estuvo obligado a acudir a contratar mayor deuda externa durante la pandemia, porque ya se prohibió la condonación de impuestos. Esto es lo bueno de la democracia, que no haya gobiernos de minorías. Que el gobierno no esté al servicio de un grupo. Que no sea un comité al servicio de una minoría sino que represente a todos. Ricos y pobres, no es faccioso. Es lo que nos ha ayudado mucho y dado muy buenos resultados, da confianza”.
Pues bien, como es larga la fila de grandes corporativos “olvidadizos” y con “diferencias de interpretación”, ayer el propio mandatario mexicano informó que “ya van a pagar los del Grupo Televisa por la venta que se hizo, la operación o fusión con Univisión, 15 mil millones de pesos. También, va a pagar Televisión Azteca por el juicio que acaba de resolver la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y así las empresas están cumpliendo. Celebro que todos estemos actuando, respetando la legalidad, el auténtico estado de derecho, que no haya corrupción, influyentismo. El SAT puede informar sobre cómo vamos en la recaudación de las contribuciones, cómo han aumentado los ingresos”.
La fusión de Televisa y Univisión (desde septiembre pasado obtuvo “todas las aprobaciones regulatorias requeridas para la transacción, porque –en el caso mexicano– el Instituto Federal de Telecomunicaciones otorgó su aval al no prever efectos contrarios a la competencia”) implica que el consorcio que –se supone– preside Emilio Azcárraga Jean recibirá 4 mil 800 millones de dólares y será poseedor de 45 por ciento de las acciones, siempre con la pretensión, según dice, de “crear la empresa líder de medios y contenido en español del mundo”.
En el caso de Televisión Azteca, a Ricardo Salinas Pliego no le alcanzaron las pataletas ni los amparos para evadir al fisco mexicano, por lo que sus empresas están obligadas a pagar más de 2 mil millones de pesos en impuestos que “olvidó” enterar al SAT. En este sentido, Raquel Buenrostro, la titular de ese organismo, ha sido puntual: “ninguna denuncia o procedimiento ante instancias internacionales impedirá que esos recursos ingresen” a la caja registradora que no deja de repicar.
Las rebanadas del pastel
Según Joe Biden, sus gatos de la OTAN y el títere Volodímir Zelenski, hoy la humanidad debería permanecer debajo de la mesa, porque, dicen, “Rusia invadirá Ucrania”. Es la fecha apocalíptica fijada por los guerreristas, pero lo cierto es que ayer el Ministerio de Defensa ruso anuncio el “regreso de nuestras tropas a sus bases de origen desde zonas fronterizas con Ucrania tras completar ejercicios militares”.