Dinero / El ataque de los opositores/ Enrique Galván Ochoa

El presidente Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia matutina en Palacio Nacional, en la Ciudad de México, el 15 de febrero de 2022. Foto Yazmín Ortega Cortés

Casi nadie se traga el cuento de que la embestida de la oposición contra los hijos del presidente López Obrador, primero por los chocolates Rocío y luego por la casa de Houston, se debe a que tenga interés en ellos. (Por lo demás, son particulares, no funcionarios públicos, no aplica en su caso el delito de conflicto de intereses). Su objetivo real se llama Andrés Manuel López Obrador. Quieren desprestigiarlo. Saben los opositores que los ciudadanos votarán a favor de que siga en el gobierno en el proceso de revocación del 10 de abril, pero están tratando de debilitarlo desde ahora con miras a la elección presidencial de 2024. No es que vaya a presentarse como candidato, pretenden bajar el gas al abanderado, o abanderada, que Morena postule. La selección se hará por encuesta, pero es obvio que Andrés Manuel tendrá una gran influencia. El próximo presidente, o presidenta, gestionará durante su sexenio un presupuesto global de 42 billones de pesos, calculando un promedio muy prudente de 7 billones por año. Poder y dinero son las metas de los opositores, no el negocio del chocolate Rocío ni la casa de Houston. Sólo que el escándalo en los medios posee un alcance muy limitado. Tienen que decidirse los Claudiosy asociados a salir a los pueblos más escondidos del país a conquistar votos. Eso que se llama "baño de pueblo". Sus aliados de PRI, PAN y PRD son repudiados por la gente en esas comarcas, como ya se ha visto es las últimas elecciones que han sido derrotados. Acaban de presentar su plataforma política: la tercera vía. A ver cómo convencen a las familias de los panistas que fueron perseguidos en los peores tiempos del priísmo, inclusive asesinados, de que esa vía es a la que deben confiar su voto.

China y México, destinos distantes

En la celebración de los 50 años de relaciones diplomáticas con China se han omitido, tal vez por political correctness, algunos datos necesarios. 1) El presidente Luis Echeverría fue quien inauguró las relaciones en 1972. No fue fácil. Primero rompió con el gobierno anticomunista de "la otra China", Taiwán. Los abuelos de los derechistas de hoy lo acusaron de rojillo. 2) En aquellos años era un país subdesarrollado como México. La gente se movía en bicicleta en calles sin pavimentar y vestía el mismo traje de manta "tipo Mao". Muchos morían de hambre. 3) En los 50 años que siguieron el país asiático se convirtió en la segunda potencia económica del mundo, mientras México era saqueado por los gobiernos del prianismo que dejaron una herencia de millones de pobres. 4) En China hay pena de muerte para los corruptos, en México apenas en este sexenio la legislación ha comenzado a considerar la corrupción como delito grave, y con frecuencia los jueces bloquean su aplicación. Echeverría acaba de cumplir 100 años. En sus remembranzas seguramente figura el día en que se reunió en Pekín con el presidente Mao. El gran líder revolucionario estaba muy enfermo, fallecería poco tiempo después, en 1976, tenía un libro en su mesa de trabajo. Era la Biblia, no El Capital, de Marx. Nada de esto se mencionó, por cierto, en la celebración del medio siglo de relaciones diplomáticas.

Santiago, batalla ganada

Aunque ya no está la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto ganó una batalla que fue iniciada durante el tiempo que ocupó el cargo. La Cámara de Diputados aprobó con 269 votos en favor, de Morena, PT y Verde, contra 219 de PAN, PRI, PRD y MC, una reforma que elimina la obligación de la propia unidad de notificar personalmente a los clientes de los bancos que estén en la lista de cuentas bloqueadas por operaciones de supuesta procedencia ilícita, por lo que la responsabilidad queda exclusivamente a cargo de las instituciones de crédito. La razón es sencilla: la UIF no tiene gente ni recursos para hacer las notificaciones y los bancos, según su reporte de utilidades de 2021, tienen de sobra. Los presuntos delincuentes aprovechaban esta circunstancia para huir, en muchos casos.