Berlín. La realizadora veracruzana Claudia Saint-Luce trae a la Berlinale su cuarto largometraje, El Reino de Dios seleccionada en una de las secciones más populares del festival, Generación, dedicada al público infantil. La película fue financiada por Saint-Luce y su equipo de trabajo.
El estreno no podía haber sido más afortunado ante la entrega de un público cuya mirada, sin filtros o preconceptos, llenó ayer la sala de cine Urania en la capital alemana.
La mayoría eran escolares de la escuela primaria Wilhelm von Humboldt de Berlín.
La conmovedora historia gira alrededor de un niño de 8 años en una pequeña comunidad del estado de Veracruz, Tlalixcoyan, población de origen de la realizadora.
Los actores no profesionales son en su mayoría parte del círculo familiar y de amigos de la veracruzana; de entrada, el voto de confianza en su trabajo estuvo garantizado.
La historia transcurre alrededor del pequeño Neimar, que se prepara para realizar su primera comunión. El niño vive con su madre y su abuela, juega con su amiga Demi y cuida de una yegua que participa en carreras de caballos.
Ocurre que el día de la primera comunión y con Neimar elegantemente ataviado con un traje confeccionado por su abuela, ésta no asiste porque falleció. Resulta conmovedora la escena cuando se forma dos veces en la fila de los pequeños que reciben de mano del sacerdote la hostia; no ha sentido la presencia de Dios como le fue dicho en sus clases de catecismo.
Es entonces cuando Neimar una mañana decide tomar todas las imágenes católicas de un altar en su casa y las quema.
Tal vez el mayor acierto de la realizadora sea posicionarse desde la genuina mirada de un niño que en la fase inicial de la construcción de valores alrededor de la religión, ésta quede suspendida por el impacto emocional de un episodio doloroso.
La posterior sesión de preguntas y respuestas con el público infantil dio prueba de la transparencia en el planteamiento de Saint-Luce.
“Yo también estaba enojada con Dios cuando pase por una experiencia dolorosa, todos los directores imprimimos algo personal a la hora de hacer una película”. Saint-Luce también es autora del guion.
Posterior a la proyección, algunos de los alumnos que asistieron a la función, Alva, Adda, Iphis conversaron con La Jornada coincidiendo todos en que la muerte de la abuela fue la parte más triste de la cinta y lo que menos les había agradado; paralelamente concordaron en que las carreras de caballos habían sido lo más divertido.