Para el dominicano José Mármol existe un “pensamiento demasiado analítico que olvida el poder de lo sintético y de la armonía entre las distintas formas de saber: la filosofía, la ciencia y la poesía”.
Durante un recital poético y conversación con lectores, la noche del lunes en la embajada de República Dominicana en México, Mármol dijo que “nos esforzamos en establecer fronteras que separen, cuando lo interesante de ellas es que unan; nos interesamos en establecer entre una cultura, una etnia y otras mares que alejen, cuando lo interesante de los mares es que unen”.
Explicó que la “poesía es la forma más elevada de expresión de una lengua en una cultura en un momento histórico. Si la poesía es forma de pensamiento, como he sostenido, tal vez de forma equivocada pero convencida, entonces la mejor filosofía es aquella capaz de entusiasmar también al lengua-je poético”.
Relató que le gusta la expresión de Jorge Luis Borges donde “invitaba a explorar las posibilidades filosóficas de la literatura desde la filosofía y desde la literatura explorar las posibilidades literarias que hay en la filosofía. Acaso no hay poesía en las Meditaciones del Quijote, de Ortega y Gasset?, ¿no hay acaso momentos sublimes en la filosofía del propio Heidegger o en las Reflexiones éticas de Hans Jonas?”
María Isabel Castillo Báez, embajadora de República Dominicana en México, mencionó que esta actividad estaba planeada desde hace años y dio la bienvenida al poeta, ensayista y filósofo “con sus poesías que son ensayos y sus ensayos que son poesías”, en el contexto del 178 aniversario de la Independencia de República Dominicana.
Por su parte, el escritor Adolfo Castañón sostuvo que desde los inicios de la obra de su amigo José Mármol “se encuentra expuesto el haz de su tabla periódica poética, sus inclinaciones e ideas fijas, y en el orden prosódico algunos de los modelos de su visión”.
Elementos como “las conspiraciones del amor, los contrapuntos de la vocación distinguida entre poeta y máscara, y las fidelidades o emanaciones del paisaje, la soledad, la muerte, la preocupación por el lenguaje y el diálogo o coloquio, a veces imprecación, con Dios”.
José Mármol (Santo Domingo, 1960) inició la lectura con poemas de su antología personal El amor: ese quebranto, por el Día del Amor y la Amistad. Leyó Sombra y Tacto, donde destacaba la evocación, el deseo, la fragilidad, el tiempo, el entorno y elementos como la casa, el mar, las montañas, los sueños y, por supuesto, el amor.
El creador de la corriente poética del pensar continuó con Al nombre de alguna mujer, que le gusta a su esposa, Soraya Lara: La campana que hincha la neblina sobre las viejas piedras de la catedral. // Tu cuerpo es un deseo de ti por todo el tiempo / escasos los dedos / tremendos los ojos y unas ingles llanas de las que crecen nubes. // Tu cuerpo no amanece / tu cuerpo inventa alas / azul en lo azul / desde lo blanco blanco / voz en la voz y por el viento soplo...
Le siguieron La canción de Soraya y Yo, la isla dividida, del poemario con el mismo título, y Paisaje de otoño, en el que describe los últimos años de su madre: Recuerda episodios de la guerra de abril, / y los muertos le duelen de la tiranía y del escarnio / en todo el cuerpo. // Ha dicho, en voz baja, hijo querido, generoso. // Ha regalado al fresco de la casa una sonrisa. // Y como ha vivido a pasos de atardecer, / se ha marchado lejos de sí misma y de nosotros.
Mármol señaló que aunque “se suele decir que mi poesía está cargada de demasiado pensamiento y filosofía, yo persevero en hacer una poesía que no hace más que profundizar en lo cotidiano”, como en el anterior texto.
El pensador afirmó con Octavio Paz que “la poesía es un acto de comunión. En esa comunión siempre hay una conjugación de alegría, de tristeza, de fiesta y de dolor, como todo lo demás. La poesía es parte del hombre”. Contó que él y su familia están de luto porque hace pocos días murió un sobrino suyo.
Cerró la muestra de su creación literaria con textos de Casa de sombras, poemario que “tiene un particular recuerdo del horror porque esa casa fue la que el tirano Trujillo utilizó durante años para celebrar sus fiestas y para cometer atrocidades, sobre todo contra niñas, adolescentes y mujeres jóvenes de nuestro país”.
Ahí, recitó: Del escarnio en esta casa fuimos todos culpables / los muertos, los vivos, los que habrían de nacer, el inocente, el héroe, el torturador, el enfermo, el moribundo lleno de rabia, el cura, el asesino, el gran simulador. // A la hora del incendio, combustible fui-mos todos.
Y fue puntual en que es incomprensible “cómo pudimos vivir una dictadura como la de Leónidas Trujillo, cómo pudimos vivir 31 años bajo ese régimen de terror”.