Uno de los objetivos del gobierno de López Obrador es la autosuficiencia alimentaria. En el marco del aumento de las importaciones de maíz al cierre del gobierno de Peña Nieto, que alcanzaron la cifra récord de 17 millones de toneladas, la nueva administración se propuso expresamente disminuir sus importaciones y alcanzar la autosuficiencia alimentaria en el grano. La meta de la Secretaría de Agricultura (Sader) todavía es reducir 50 por ciento las importaciones de maíz para 2024.
Pero justo a mitad de sexenio, al término de 2021, se prevé que las importaciones de maíz alcancen un nuevo récord de entre 17.6 y 18 millones de toneladas, reportado por el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas https://bit.ly/3s56sIY . Este dato convierte en humo las pretensiones de lograr la autosuficiencia alimentaria, aunque ésta se mantenga como discurso.
Sin contar todavía con los datos del cierre de la cosecha primavera-verano 2021, que se levantan en varias regiones del país, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), estima que la producción anual de maíz ascenderá a 27.6 millones de toneladas, cifra muy lejana a la meta de la Sader de producir 28.8 millones de toneladas para ese año.
Debido al aumento de los precios internacionales, las importaciones de maíz costaron al país 5 mil 52 millones de dólares, 82 por ciento más que lo pagado en 2020. El maíz absorbió un tercio del valor de las importaciones de granos y 26 por ciento del valor del total de las exportaciones agropecuarias.
La balanza comercial agropecuaria aún se mantiene en superávit, aunque menor al registrado en los años anteriores, debido al aumento de las exportaciones mexicanas de hortofrutícolas. En 2021 las divisas generadas por las exportaciones de aguacate crecieron 43 por ciento respecto del año previo; las de melón, sandía y papaya aumentaron 36 por ciento; las de café 25 por ciento, las fresas 22 por ciento y el jitomate 12 por ciento (https://bit.ly/3onOrES).
Estos números nos hablan del modelo de agricultura vigente en el país definido e impulsado desde la puesta en marcha del viejo Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994.
Según ese modelo, México debía especializarse y promover los cultivos de agroexportación, como los citados arriba, que a pesar de los altísimos costos ambientales y sociales que provocan por el acaparamiento de tierra, agua, uso de agrotóxicos, contaminación ambiental, explotación laboral, destrucción del tejido social, reditúan al país las divisas para importar las crecientes cantidades de maíz y granos básicos, que demandan no sólo la población, sino las empresas trasnacionales productoras de alimentos industrializados, las fábricas de puerco, res y pollo, que pueden destinarse al mercado interno, pero también a la exportación. Muchos de estos agronegocios usan al país como plataforma exportadora al tiempo que acaparan los recursos naturales y aprovechan la falta de regulaciones ambientales y laborales.
Así, la propuesta de autosuficiencia alimentaria muestra su inviabilidad en una economía abierta como es la mexicana y con un tratado comercial internacional reforzado, el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).
En el ámbito de las políticas públicas, la Sader se propuso la autosuficiencia a partir de los apoyos a la producción de los pequeños y medianos productores y de eliminar los subsidios a los grandes. Pero su definición de lo que considera pequeños y medianos agricultores es muy restrictiva y confusa. Su programa Producción para el Bienestar deja fuera a cualquier productor de maíz que tenga más de 5 hectáreas de riego o 20 de temporal. Muchos ejidatarios en el noroeste del país fueron dotados con 20 hectáreas de riego, pues los desiertos sin agua no pueden producir. Este es el caso de muchos ejidatarios de Sinaloa, que además es el principal estado productor de maíz.
El Programa Precios de Garantía sólo apoya con la compra de maíz a productores de menos de 5 hectáreas de temporal y 20 toneladas de maíz. Al resto de productores hasta 50 hectáreas o 600 toneladas, de temporal o de riego. Los apoya con recursos para instrumentos de administración de riesgo.
Con la estadística en retazos que existe en México sólo es posible saber que Producción para el Bienestar apoyó a cerca de 1 millón y medio de campesinos maiceros, con 4.4 millones de hectáreas sembradas, de las 7.3 millones de hectáreas totales y que producen alrededor de 30 por ciento de la producción de maíz.
Los precios de garantía del maíz apoyaron únicamente a 3 por ciento de los campesinos maiceros y a 2.5 por ciento del volumen producido. Mientras el apoyo para administrar el riesgo a los campesinos medianos apoyó a sólo 2 por ciento de los productores y a 15 por ciento del volumen de maíz producido.
Con un mercado abierto y estos escuálidos apoyos la autosuficiencia alimentaria continuará perdida.