Alrededor de 65 por ciento de niños y adolescentes con covid-19 no presentan síntomas y en la identificación de secuelas de largo plazo todavía no es posible determinar si existen. Los resultados de varios estudios son divergentes, salvo en el impacto que ha tenido la pandemia en este sector, en particular en lo que se refiere a su salud mental, con independencia de que hayan tenido o no la infección, advierte un editorial en la revista científica The Lancet.
Investigadores de Inglaterra hicieron un metaanálisis de varios estudios. En cinco de ellos los expertos evaluaron la situación de niños con y sin covid. Después de cuatro semanas reportaron fatiga, dificultad cognitiva, dolor de cabeza, garganta y ojos, así como pérdida del olfato.
Significa, señalaron, que los síntomas no se limitan a la infección causada por el virus SARS-CoV-2. La buena noticia es que varios trabajos sugieren que los niños y los jóvenes mejorarán con el tiempo.
Otra investigación denominada CLoCk con adolescentes positivos a covid-19 que no fueron hospitalizados y jóvenes sin la enfermedad, identificó que si bien había una mayor prevalencia de síntomas –cuando eran más de cinco– en los pacientes, en la revisión por cada uno observaron que no hubo diferencia en la afectación de la salud mental, el bienestar o la fatiga. Después de tres meses, ambos grupos reportaron cansancio, dolor de cabeza, dificultad para respirar y mareos.
Un estudio más, LongCOVIDKidsDK5, detectó alta prevalencia de molestias con más de dos meses de duración en todos los jóvenes (61.9 por ciento de los casos y 57 por ciento de los controles –sin covid-).
Sin embargo, para los primeros hubo menor cantidad de malestares con respecto a quienes estuvieron libres de la infección e, incluso, reportaron “una mejor calidad de vida en múltiples dominios (funcionamiento físico, emocional, social y escolar)”.
El editorial destaca que ambas investigaciones encontraron una alta carga de síntomas en los grupos de control, incluidos problemas de salud mental. También reconoce la dificultad de obtener conclusiones definitivas por la carencia de estudios previos a la pandemia en los que se hubiera evaluado la prevalencia de dolor de cabeza, fatiga y otros síntomas.
De cualquier manera, “el aumento de síntomas observado en niños con prueba negativa en el estudio CLoCK sugiere un impacto de la pandemia en todos los niños, independientemente de la infección”.
También reconoce que “ningún estudio es perfecto”, pues a los problemas de diseño se suma la falta de información sobre las condiciones de salud de los menores de edad, previas a la pandemia de covid-19, así como el limitado número de participantes en las investigaciones.
Otro factor que incide en los resultados es que se ha requerido que los adolescentes recordaran los síntomas durante largos periodos de tiempo y por la amplia información disponible sobre la larga duración de covid-19 “sería sorprendente que no hubiera alguna autoselección hacia presentaciones más largas y no resueltas, sesgo de recuerdo y sesgo sistemático debido a medidas sociales como el regreso a las clases escolares presenciales”.