Las empresas privadas globales tienen la capacidad de realizar inversiones en energías renovables y que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no tenga el control total sobre la generación en materia de energías limpias, planteó Alberto de la Fuente, presidente y director general del Consejo Ejecutivo de Empresas Globales (CEEG).
Al participar en el foro 18 del Parlamento Abierto de la Reforma Eléctrica, en el cual se discutió sobre el medio ambiente y el cambio climático, el también presidente y director general de Shell México planteó que la propuesta de reforma presentada por el Ejecutivo el año pasado “es un par de zapatos que le quedarían chicos a la economía mexicana”.
“La iniciativa de reforma propone que la CFE sea la única responsable de la transición energética, pero la CFE no tiene ni la infraestructura ni los recursos para atender la demanda de energías renovables. Las empresas globales queremos ayudar pero la iniciativa no deja”, expuso De la Fuente.
Señaló que, si bien la CFE requiere tiempo para poder alcanzar las metas de consumo de energías limpias, la iniciativa privada ya no tiene tiempo, puesto que están comprometidas con metas de consumo de energía limpia y son planes reales que se tienen que cumplir. “Si o sí, hay empresas que tienen que cumplir compromisos en 2024 o simplemente se irán”, recalcó.
“Solamente para cumplir metas de energías renovables, México requiere instalar 6.3 gigavatios de capacidad adicional, 50 por ciento más de lo instalado a 2020, sólo para 2024 se requieren invertir 123 mil millones de pesos. ¿Puede el gobierno gastar en esto? ¿No es mejor dejarlo en manos de privados y eso usarlo en infraestructura social?”, destacó el director de CEEG.
Manifestó que aunque se dice que la CFE puede hacer esas inversiones, en los años recientes la empresa productiva del Estado no invierte en energías renovables. De hecho, consideró que “la propia iniciativa quita incentivos a la inversión”.
“Con lo que se propone las energías renovables caerían 32 por ciento respecto a la generación actual, además no se considera un mecanismo de monitoreo y trazabilidad y esto impide llegar a nuestros objetivos de consumo, pero la reforma nos deja sin herramientas para medir nuestro avance en estas metas, no podríamos informar a nuestras empresas cómo vamos y nos quedamos a ciegas”, afirmó.
Electricidad como derecho humano
Por su parte, Dacsina Peto, subdirectora de investigación de CFE Energía, consideró que la industria mexicana no puede dejar de depender de los combustibles fósiles como el carbón, el gas natural o el petróleo.
“Pese a lo que han dicho personas que están en contra, el mundo en los próximos años se fundamentará su consumo en gas natural, carbón y petróleo con un peso marginal en las energías renovables, sólo será en el sector eléctrico donde la energía solar y eólica tendrán un peso importante pero por la intermitencia no dejarán de usarse las otras, por lo que debemos abonar a un mix de energías, incluso BP o Shell apuestan a energías bajas en carbono”, aseguró.
La investigadora consideró así que resulta contradictoria pedir a la empresa productiva del Estado que renuncie a sus centrales de ciclo combinado o nucleares “cuando las grandes empresas no dejarán de ocupar sus grandes activos fósiles”.
Agregó que, además, la reforma propuesta por el Ejecutivo coloca a la electricidad como un derecho humano acorde con los objetivos de la Agenda 2030. “La CFE se coloca en el centro de la transición energética y les pone un freno para dejar de monopolizar estas energías renovables que serán la fuente principal para la nueva generación de electricidad, pero se utilizará gas natural, carbón y cada vez más baterías para ayudar a cumplir con la carga y respaldar la confiabilidad de la red”, resaltó.