Ciudad de México. Los textiles y la danza tienen una relación más estrecha de lo que se puede distinguir. Durante poco más de dos años, el laboratorio escénico interdisciplinario Khamsa Dance Project, dirigido por Aline del Castillo, se adentró en diversas comunidades dedicadas a los tejidos como Puebla, Hidalgo y Guerrero.
De esa investigación y del diálogo surgió un espectáculo que condensa la manera en que, a través de la creación de piezas textiles, viven e interactúan las personas en dichas comunidades. Esos ciclos permearon la puesta en escena Urdimbre.
Khamsa Dance Project, surgido en 2016 con el objetivo de crear un espectáculo de danza basado en la exploración, la investigación y la labor documental y de campo, comenzó por la inquietud de un grupo de coreógrafas, diseñadoras, músicas y escritoras de llevar su trabajo un paso más allá. De ahí que se denomine laboratorio escénico interdisciplinario y no compañía de danza o teatro.
“Decidimos integrar otros elementos, otras disciplinas, y girar en torno a diferentes ejes creativos que no fueran exclusivamente la danza. Trabajar también con los músicos, en campos”, contó la directora del proyecto.
Aline del Castillo tenía también la inquietud personal de adentrarse en la identidad mexicana. Por su formación como productora de danza árabe, ella sabía que muchos de los bailes de México tienen sus orígenes en Medio Oriente. Así que ampliando el espectro del mestizaje entre lo español y lo indígena, la coreógrafa ha podido distinguir esa influencia cultural ya arraigada en lo que era el imperio español.
Tomando en cuenta la visión de las ciudades, quería seguir los indicios hasta los lugares en que la forma de vida ha cambiado poco. “A lo mejor tenemos una relación mucho más profunda, más cercana, pero que hemos negado, o de la que ya no nos damos cuenta. Entonces quisimos acercarnos un poco más al México rural”, contó.
Para crear un contacto profundo con ese microuniverso, el colectivo tuvo que cambiar el ritmo, “permitiendo que los ciclos naturales de la producción textil nos dejaran ver cosas que tienen mucho más que ver con lo que somos que con lo que creemos que somos”, señaló Del Castillo.
Durante esa experiencia, las creativas se dieron cuenta de las similitudes que compartían con quienes elaboraban textiles. “Nos damos cuenta de que somos mucho más parecidas las artistas –porque somos más mujeres que hombres en el colectivo– con las comunidades de artesanas que fuimos a visitar de lo que creemos. Lo que más nos distancia de la conexión que tienen estas personas con el ciclo de la naturaleza, es en realidad la prisa con la que se vive en la ciudad”.
Los miembros de Khamsa Dance Project cambiaron la perspectiva y pudieron comprender una nueva lógica. “Fue como entender que el proceso textil artesanal no tiene nada que ver con hacerlos con el fin de venderlos, es una forma de vida. Compartimos durante unos días esa forma de vida con estas personas, y nos dimos cuenta de que Urdimbre, la obra, no tenía que hablar necesariamente de los hilos o de los colores de los textiles, sino de todo lo que atraviesa esta forma de vida, que propiamente es el maíz, el agua, las mujeres, las lenguas indígenas”, explicó la directora.
Esa nueva dimensión a la hora de ver los procesos de producción artesanal textil, terminó por permear en la manera de concebir el espectáculo. “Urdimbre era, finalmente, una obra que ya estaba ahí, a la que solamente teníamos que darle espacio para comprender de qué estaba formada, cómo se iba a construir, qué estructura iba a tener, y después compartir eso en un escenario”, agregó Del Castillo.
Más que una investigación por comunidades textiles, lo que el grupo de Aline hizo fue dialogar. “Nos enseñaron un poco el proceso de hacer la urdimbre, de tejer la trama, nos pusieron a laborar en el telar de cintura. Nos dijeron: ‘Nosotras les vamos a enseñar esto, pero queremos aprender danza’”, recordó la coreógrafa.
Añadió que Urdimbre es como “un diálogo entre lo que hacen los cuerpos de las bailarinas con las imágenes. Se vuelve una danza conjunta, tanto las imágenes de la pantalla como las del cuerpo en vivo y la música que sucede ahí”, detalló. El espectáculo “es como un viaje de contemplación, como reconectar con la belleza, encontrarnos ahí; darnos la oportunidad de descubrirnos en la escena, el teatro; finalmente, es un espejo”.
Urdimbre se presentará en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris el 4 de marzo, en la primera edición del ciclo Nosotras somos memoria.