Resulta muy difícil comprender que toda la política de oposición en un país como México se centre, nada más, en una serie continua de chismes que no desvían el trazo de la transformación propuesta, pero que intentan desacreditar a quien la lleva a efecto.
En este espacio hemos repetido, una y otra vez, que la oposición, con y sin partido, se ha ido diluyendo por la falta absoluta de ideas y de proyectos para confrontarse con la 4-T y que le oferten algo más a la sociedad.
Eso, usted disculpará, es entendible y debe ser conocido, punto a punto, por quienes habitamos el país. Más allá de la derrota ideológica, obvia a estas alturas, está la otra, la derrota en el quehacer de gobierno en donde el asunto se torna todavía más difícil.
Para quienes advierten un mal gobierno de quien fue electo con más de 30 millones de votos se acabaron las opciones, lo único que pueden prometer es otro gobierno que profundice la desigualdad, la violencia y el desorden hasta que la sociedad aguante.
Por eso, cuando decimos que la oposición no existe, queremos señalar la falta absoluta de ideas que vayan más allá de lo ya vivido: la corrupción como factor esencial en el sistema de mercado. Algo fuera de eso no existe.
Proponer lo mismo sería un suicidio, una tontería, pero abrir paso con el escándalo a su opción, es decir, descalificar desde la diatriba el ejercicio de gobierno para establecer como única opción lo desastroso ya probado, sí es un plan que parece que van ejecutando de poco en poco, pero con seguridad.
Así, a falta de un plan o un proyecto diferente a la 4-T… el chisme. Hasta ahora el cúmulo y el empuje de ese o esos chismes no han logrado descarrilar al gobierno de López Obrador, por el contrario, la respuesta parece ser la puesta en marcha de nuevas ideas, de formas diferentes de transformar una realidad muy pesada para el país, y de gobernar desde una óptica enfocada en el progreso de quienes más se han estancado en su desarrollo.
Este puede ser el momento ideal para que la oposición, toda, muestre cuál es el país que proponen, y si no hay proyecto, si no hay idea, está bien, aún quedan cuando menos un par de años para construir una opción que derrote a los proyectos desde donde ha ido avanzando, se quiera o no, en el cambio que requiere un país cuya soberanía ofertaron quienes sólo tienen como plan de gobierno, seguir menoscabándolo.
De todas formas ya es hora de enmendar algunos caminos recorridos para darnos cuenta todos que no es el chismorreo una buena elección para destruir lo avanzado, sobre todo cuando además no hay ni siquiera una propuesta que mejore la oferta de la 4-T.
De pasadita
El gobierno de la alcaldía en Cuauhtémoc se ha convertido en un gran problema para los habitantes de la demarcación que viven escándalo tras escándalo los desplantes de la alcaldesa, Sandra Cuevas.
La exhibición de su furia desbordada que va desde tratar de ingresar al Congreso por la fuerza hasta golpear policías que no atendie-ron sus órdenes, muestra un perfil que requiere de la ayuda inmediata de la psiquiatría.
La señora Cuevas, por su bien y por el bien de sus gobernados debe buscar ayuda para contener su furia. Los hechos que hoy marcan su desempeño al gobernar, no muestran en las calles con banquetas desechas o en las huellas del descuido que desde el gobierno pasado de Néstor Núñez se muestran en la cinta asfáltica de toda o de casi toda la alcaldía su preocupación por un buen gobierno. Por eso ya es hora de que la señora Cuevas nos muestre que sí sabe gobernar.